lunes, 1 de diciembre de 2008

Aquí otra vez y sin maletas

Bueno, pues ya estoy intalada de nuevo en Foshan. Como siempre y por no perder las costumbres, mi comienzo ha sido "triunfal": me han perdido las maletas. La conexión en Paris era muy corta y además el vuelo desde Bilbao salió 15 minutos tarde, de modo que nada más aterrizar en Paris vino una furgoneta con una chica encantadora a buscarme. Hasta ahí todo bien, el problema es que yo llegué a coger el avión de China, pero mis maletas no. Después de ver desesperada que todo el mundo se alejaba de la cinta con sus bartulos menos yo, me acerqué a la oficina del aeropuerto de Guangzhou Baiyun y rellené el pertinente formulario. Segun me han informado, me devolveran mis maletas mañana o pasado, aunque me lo creeré cuan do las tenga en mis manos. Y yo con estos pelos... Que quede entre nosotros, espero que no le pase nada al jamón ibérico que me he traido...

El viaje ha sido un infierno, ya no sabía como colocar mis maltrechas posaderas (a causa de una caida) para evitar que me martitizasen, por no decir con que cara me miró mi compañero de asiento cuando saqué de la bolsa el flotador para estos menesteres. Tendré que ponerle un cartel en un lateral: "no tengo hemorroides". Pero aún así he conseguido dormir bastante gracias y mi combinado dormidina + vino blanco y también me ha dado tiempo a fulminarme el libro de "el niño del pijama a rayas", que por cierto, es triste, pero pensé que iba a serlo aún más.

Esta vez he de hacer un viaje relámpago a las fábricas de Vietnam. No se ni cuando ni cuanto tiempo. No sé si tendré tiempo para todo lo que hay que hacer ni si en realidad volveré para la fecha programada. No se donde están mis maletas, aunque me lo supongo. ¡No sé nada! Espero que la próxima vez que escriba tenga las cosas más claras, porque entre el jetlag y la desinformación tengo la cabeza como un bombo.

Bueno, me piro a la piltra. Ya os contaré como van las cosas.

jueves, 26 de junio de 2008

Adiós, China, adiós.

China, país extraño que te haces un hueco entre occidentales en la ranking mundial a golpe de hoz y martillo. China, te dejo y no quiero que me mires con esos implorosos ojos rasgados haciéndome dudar. Ya he aprendido como eres, ya he aprendido a amarte tal y como eres.

Ya no me río cuando hacen ruido al comer, ni me extraño por costumbres, olores o sabores. A veces me pone triste saberme inmune a las numerosas pagodas que desde montes cercanos a ciudades saludan desde las alturas o a la rara costumbre de limpiar enérgicamente con té cada una de las tacitas y platitos de los restaurantes (o cacharritos, como los llama mi jefe). Me pone triste que ya no me sorprendas, pero a la vez me haces sentir más tranquila y a gusto en el país que me acogió por cuarenta días y...como dice Sabina, quinientas noches. Ahora paseo por tus calles sin ver los escupitajos del suelo ni el atestado tráfico de tus ciudades, si no llenando mis pulmones del aroma de pastelerías y floristerías que veo al pasar.

Lena me ha comentado que le han ofrecido un puesto maravilloso en el Consulado de Méjico que no puede rechazar, y me alegro muchísimo por ella. Pero egoístamente pienso en lo que significa para mí: ya no volveré a trabajar con ella. Me despido con un caluroso abrazo y numerosos besos, ya que es la única oriental con la que puedo hacerlo (los demás se ponen rojos como un tomate) y me regala a modo de adiós un CD de un cantante autóctono, llamado Yangkun. Un poco almibarado, pero se deja escuchar. Nos prometemos volver a vernos en mi próximo viaje a China, allá por noviembre. La echaré mucho de menos.
Mi marcha se vuelve agridulce. Me siento contenta porque vuelvo al encuentro de mi marido, familia y amigos. Pero mientras un chófer me lleva hacia el aeropuerto zigzagueando entre las balsas de agua de la autopista fruto de las inundaciones, mi mirada se detiene en sus gentes, sus arrozales y su cielo nacarado. Tengo un nudo en el estómago.

Antes de llegar aquí traté de prepararme sicológicamente para que mi estancia fuera lo más satisfactoria posible. Sabía que mis altibajos emocionales me la podían jugar (según mi jefe soy un poco inestable, que delicia de hombre...), pero quería probarme a mí misma que podía hacerlo. De modo que respiré hondo y acepté la oferta. Pero en ningún momento se me ocurrió pensar que también es necesario prepararte para la vuelta al mundo occidental, a la realidad ordinaria de un mundo despejado de suciedad y que ahora se me antojaba anodino y excesivamente...normal. ¿A quién se le podía ocurrir la necesidad de preparación para volver a tu casa?

China se ha convertido en mi segunda casa, con sus aspectos buenos y malos. Con sus ínfulas de gran país y con su humildad cotidiana. La tendré en mi corazón junto con toda la gente maravillosa que he conocido y que me ha ayudado a entenderla y a superar la ardua tarea de luchar día a día con ellos mismos. He dejado de verla con la condescendencia de los ojos occidentales, he dejado de compararla con ningún país: China es China.
Imágenes: English.cri, picasaweb,

sábado, 21 de junio de 2008

Salir de marcha

Ay...hoy me he levantado con una resaca importante y con las pocas neuronas que tengo en actividad he decidido escribir esta entrada sobre como es la vida nocturna en China. O por lo menos la que yo he vivido.

Había quedado el sábado con Lena y su novio para salir a la noche por Foshan. Hacía un día soleado y despejado de nubes de modo que a la mañana aproveché para dar un paseo por el parque situado enfrente de mi apartahotel y sentarme en la hierba con un libro en la mano ante las miradas atónitas de los paseantes. De fondo me envolvía la música procedente de las clases de baile que diariamente se imparten a la sombra de unos árboles. Es algo muy común y lo he visto en diferentes ciudades. Con salsa, tangos o pasodobles de día y música más marchosa de noche, decenas de personas imitan como pueden los pasos y movimientos de una pareja de bailarines más expertos. No hay duda, sabes a quien tienes que imitar, sus trajes de lentejuelas deslumbran a cinco kilómetros a la redonda.

Una sopa cantonesa después (la mejor y más famosa de China) regresé al apartahotel y Corey, el botones, me preguntó cuales eran mis planes para el fin de semana. Se mostró entusiasmado con la idea de salir esta noche y tras preguntarme si podía agregarse, llamó a su primo para pedir consejo sobre algún garito. Su primo y la novia de éste también querían venir con nosotros. Total que quedamos a las once en el lobby del apartahotel. Lena, sabiéndome aficionada a los escotes, me recomendó un poco de recato si no quería ser confundida con una chicken. Resulta que coloquialmente se llaman chicken (chii) a las mujeres que se prostituyen, y duck (yaa-tse) a los hombres que se dedican a ello. Que encanto esta Lena...

A eso de las seis y media de la tarde, acostumbrada ya a sus horarios, mis tripas demandaban comida urgentemente, me adentré en una calle perpendicular a la del apartahotel y enfrente de éste. Esta calle es famosa en Foshan por los numerosos restaurantes de comida procedente de la provincia de Sichuan, que a la vez es famosa por ser picante de c*****s. Yo no quería nada picante, iba en búsqueda de una pequeña tiendita que me habían recomendado y en la cual ya había estado en otra ocasión. Pequeña y sin puerta alguna, tenía como único mobiliario una mesa redonda con una silla las cuales se encontraba en la acera por falta de espacio. Con gestitos, señalando con el dedo y por menos de 1€ me llevé una ración de sopa de pato y otra de dumplings, los más ricos del mundo.

¿Sabéis qué son los dumplings? Seguro que los habéis visto alguna vez. Los suelen tener cociendo a vapor sobre unas bandejas redondas de madera con la base de mimbre y colocadas todas ellas en torre cocinándose a un mismo tiempo. Se tratan de una especie de bolsitas moldeadas con una pasta parecida a los noodles y rellena de diferentes cosas, desde verduras, a pollo, marisco o ternera, que incrementa su sabor cuando los untas con salsa de soja. Si veis un restaurante especializado en ellos, entrad a probarlos sin dudar, están de muerte.

A las once de la noche y con nuestras mejores galas tomamos dos taxis para dirigirnos al Crazy Horse o algo de Horse, siento no acordarme muy bien. Casi todos los bares o discotecas, o como queráis llamarlos, cumplen los siguientes requisitos:
  • En un hall descomunal te esperan entre diez o quince camareras vestidas de princesitas o camareros vestidos como Prince (o The symbol o como se llame ahora) saludándote al unísono.
  • Uno de ellos te guiará por interminables pasillos con numerosas puertas de pequeños salones para hacerte tu propia fiesta privada, hasta llegar a un gran espacio abierto de techos altos con escenario-pista de baile rodeado de mesas y sillas.
  • Muchos de estos lugares se encuentran dotados de triforio como si de una gran teatro se tratase, ya que la noche suele comenzar con música en directo o espectáculos, para dejar después pista libre a los desatados bailoteos de la concurrencia de los que hablaré luego.
  • En cada mesa podréis ver cubiletes con dados. Son muy aficionados a jugar a una especie de Kinito* de reglas muy parecidas pero que no acerté a controlar del todo. Es una pena...yo que me había aprendido los números en chino...
Ya acomodados cerca del escenario, la camarera nos enseñó una carta donde la oferta de la noche era la cerveza Coronita que mis amigos orientales no conocían. Les aseguré que era una cerveza mejicana muy buena a sabiendas de que les gustaría su sabor suave, parecido a las cervezas que ellos suelen tomar, como la Tsingtao**. Les comenté que es muy popular tomarla con una rodaja de limón insertada en el cuello de la botella.
Por 300 RMB (me pareció carísimo para ser China) un camarero apareció con una caja grande con hielos y un montón de cervezas, dos bandejas de frutas variadas y cacahuetes, que no sé porque y los comas donde los comas, tiene cierto sabor a ajo. Mi fruta preferida: las waxberries. No sé como se llaman en castellano y jamás las había visto, pero su sabor intenso entre grosella y fresa me vuelve loca. También habían pedido para mi sorpresa un plato de rodajas de limón que mañosamente preparé en los botellines de cervezas de todos. Les encantó.

Cuando terminó el soporífero espectáculo con monje Shaolin incluido estampándose azulejos en el bolo, mis oídos agradecieron una sorprendentemente buena música house. Pero cuando giré la cabeza hacia la pista y vi a toda aquella gente bailando atropelladamente...señor, señor...Quizá sea un tópico pero creo que Dios olvidó dar a los chinos el sentido del ritmo. Aprendí que si alguien se acerca a ti y comienza a beber de su vaso delante tuyo y mirándote a los ojos es que te esta retando a que termines también tu vaso de un solo trago. Te alentaran a que lo hagas alzando repetidamente la mano que les queda libre. Y si además eres foreigner con más razón. Es como las mareas: inevitable. También aprendí que para ir al baño y no perderte entre los innumerables pasillos tienes dos opciones:
  1. Aprenderte la palabra tsesuo (baño) y rezar para que en la puerta ponga lady & gentleman en inglés. Después hacer un gran esfuerzo de memoria a pesar de tu embotamiento a base de cerveza y tratar de recordar el camino de vuelta.
  2. Dejar miguitas de pan a lo Pulgarcito.
Salimos todos a bailar a la pista. No tengáis miedo, vais a ser los reyes, los más guapos y los que mejor bailan. Incluso os imitaran y todo el mundo querrá bailar con vosotros. No es bueno acostumbrarse a esto. Cuando vuelva a Bilbao va a ser muy triste que ni Dios me haga caso...snif...Allí me encontré con dos australianos los cuales me decían que les encantaba Foshan. En fin...no han debido de viajar mucho por China, Foshan probablemente es la ciudad más fea de todo el país.
La noche se fue caldeando y bailábamos como posesos. La novia del primo de Corey se meneaba pegada a mí continuamente. Me tomaba de las manos, de la cintura o de donde sea siguiendo un ritmo cada vez más alocado. A dos centímetros de mí y sin previo aviso me besó apasionadamente y delante de su novio que ni pestañeó. Me separé, la sonreí y acto seguido le dije a Lena estar muy cansada y que volvía al apartahotel. Lena insistió en acompañarme y en el taxi le comenté alucinada lo que me había ocurrido. No se sorprendió en absoluto. Le pareció de lo más normal ya que, según ella, soy guapa y extranjera. Aunque yo insistía en que incluso su novio nos había visto no conseguí hacerla cambiar de idea.
Y ahora me pregunto ¿de verdad somos nosotros los que tenemos la mente abierta?

Kinito* Juego de dados euskaldun cuyo propósito es que el perdedor beba.
Tsingtao** Cerveza tan popular en China como San Miguel aquí.

viernes, 20 de junio de 2008

Menuda movida para el visado...

El lunes fuimos Lena y yo a Hongkong para pedir un nuevo visado para mí y ya de paso hacer un poco de turismo. Con el rollo de los Juegos Olímpicos, solo me dieron un visado de turista para un mes (y normalmente me dan para 1 ó 2 años) y con una sola entrada, es decir, que si en ese mes salgo del país, no puedo volver a entrar (y los anteriores visados fueron de múltiples entradas). El caso es que ya había agotado mi mes y necesitaba una prorroga de un mes más.

Las autoridades Chinas quieren que absolutamente todo el mundo esté bajo control. Ángel, el director de la cámara de comercio española, me comentó que hace un días recibió un e-mail en el que se explicaba que a partir del 1 de julio las medidas de seguridad se incrementarían. Todo el mundo ha de constatar donde reside en China, ya sea en hotel o en vivienda privada. En el caso de pasar una noche en cualquier otro lugar, has de acudir a la oficina de la policía más cercana para hacerlo saber. Es decir, que si vas a casa de unos amigos a cenar, te pillas un pedo como un olivo y quieres quedarte a dormir la mona, ya puedes ir pasando por la oficina de los pies planos si no quieres recibir un multón. Está claro que el gobierno quiere saber en todo momento donde estás, que haces, que comes y cuando cagas. Desde luego, si algún terrorista la quiere liar lo tiene muy clarito...

Bueno, que me enrollo, a lo que íbamos. El caso es que Hongkong fue un viaje un poco accidentado. Lo primero fue que perdimos el tren y tuvimos que comprar otro billete y esperar al siguiente. No es que sea caro (cuesta 192 RMB) pero es una jodienda, todo hay que decirlo.

Una vez allí, creí sentirme segura entre los amorosos conocimientos de Lena, pero resultó ser que no conocía Hongkong para nada. Ángel nos comentó que saliendo de la terminal de Ferry y todo recto se encontraba nuestro hotel, el Royal Pacific (muy recomendable). Incluso nos hizo un pequeño croquis de la zona indicándonos también la oficina para tramitar el visado, la cual se encontraba cerca del hotel. Ni corta ni perezosa hice a Lena sabedora de mi experiencia en Hongkong y le indiqué donde se tomaba el ferry de Kowloon a Lantau island, desde el cual se ven unas maravillosas vistas del skyline de la ciudad. Hasta ahí todo bien. A la salida de la terminal del ferry una vez en Lantau island, y con el tiempo muy justo debido a la perdida del tren, decidimos que lo mejor sería tomar un taxi para ir directamente a hacer el visado antes de que cerrasen. No podíamos demorarnos, significaría tener que quedarnos en Hongkong durante unos días de los que no disponía. Y...¡¡sorpresa!! el taxista nos dice que la oficina está en Kowloon, no en Lantau island. Y si, según Ángel, se encuentra cerca del hotel...es que nos encontrábamos en la isla que no debíamos y equivocadas del todo. En fin, que nuestro recorrido en ferry fue más turístico que fructífero.

Ya de vuelta en Kowloon, entramos como una exhalación a la oficina. Entregué a la pintorrojeada mujer mi pasaporte, las fotos horribles que me hice el sábado pasado y....¡m****a! ¡Olvidé imprimir el localizador de mi vuelo!

Corriendo (ya que eran las 14:30 y los visados terminaban a las 15:00) fuimos a un edificio cercano donde nos habían comentado que había un cibercafé. Después de dar unas cuantas vueltas histéricas encontramos un lugar minúsculo donde pude acceder a mi cuenta de correo electrónico e imprimir lo que necesitaba. Otra vez a la carrera volvimos a la oficina, pero la "amable" señorita me dice que aquello no era válido, ya que no aparecía mi nombre. Desesperada releí el papel para constatar que la muy arpía tenía razón. Es más, en la parte superior del mismo había una nota de Begoña, la mujer de la agencia de viajes, que decía tener problemas con el sistema, que no podía mandarme el localizador y que sólo me podía decir los números de vuelos y los horarios. Que bien. La chinita de turno nos invitó a que nos enviasen el localizador al número de fax de la oficina, pero...ya eran las 15:00 pasadas de modo que en vez de tener el visado para el día siguiente, tenía que esperar un día más. Que fracaso. Abatidas nos desplomamos en unas sillas de plástico e intenté contactar con mis compañeros de la oficina, ya que el número de teléfono de la agencia de viajes lo tenía en el portátil, allá en la espesura tropical de Guangzhou. En la pantalla de mi teléfono chino aparecía "número no valido" y por más que lo intentaba solo conseguía que contestase un chino diciéndome a grito pelado:

-¿Wai?¿Wai?

Tomé mi móvil personal temblandome las piernas de pensar en la factura y llamé a mis compañeros esta vez con más éxito. Rápidamente les dije lo que me ocurría y que se pusiesen en contacto con la agencia de viajes. Después de lo que me pareció una eternidad llegó nuestro fax. La del rimmel lo tomó con sus uñitas pintadas y sin ni si quiera mirarme a los ojos me dice que tampoco es válido, que es una reserva, no un localizador. Lo releí y de nuevo tenía razón la muy...Atacada de los nervios llamé de nuevo a mis compañeros para que pidiesen a la agencia el localizador que siempre me mandaban, que solo ese era válido. Después de varios trejemanejes del tipo "te tiene que valer" y "pues no, coño, no me vale" y de que se callese el sistema a los de la agencia de viajes y tener que esperar casi una hora, cooooooonseguimos el deseado papelote. Ahora tocaba rogar a la chinita. Después de varias negativas, de apretarle las tuercas un poco y de poner cara de buenas, nos dijo que por 600 RMB más podía hacérnoslo para mañana. Ay, señor... si es que en este jodido mundo lo único que funciona es el vil metal...

Más contentas y con los deberes hechos fuimos a poner a punto nuestros estómagos, nos moríamos de hambre. Pero nos ocurrió algo que fue la pauta predominante de nuestro viaje: si buscábamos restaurantes solo veíamos tiendas, y si queríamos ir de shopping solo encontrábamos restaurantes. Por fin en un pequeño callejón vi un cartel en el cual escrito a mano ponía "Kebap" y nos sentamos en una pequeña terracita refugiadas de la intensa lluvia que parecía no parar. A nuestro lado fumaba un cigarrillo un occidental que no paraba de mirarnos mientras nos decidíamos entre lamb, chicken o beef. Me pareció raro porque, así como en Foshan o en Guangzhou la presencia de occidentales es mucho menos habitual y hasta te saludan por la calle, en Hongkong, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, nadie te mira por tener los ojos redondos. Antes de pegar el primer bocado a nuestro kebap, nuestro vecino de mesa se dirigió a nosotras en castellano con acento sudamericano:

-¿Cómo es que una china habla español?

Así que era eso lo que le llamaba la atención. Resultó ser un colombiano encantador con el que no paramos de reírnos. Trabajaba como arquitecto desde hacia bastantes años entre Macao y Guangzhou y compartimos esa visión que sólo los occidentales tenemos sobre el modo de vida y trabajo de los chinos. A veces me daba un poco de vergüenza que comentase ciertas cosas delante de Lena por temor a que se sintiese ofendida, por ejemplo que te dicen a todo que sí y que luego hacen lo que les sale al pairo. Pero automáticamente y con cara de adulador tomaba el brazo de Lena y le decía hacerlo desde el cariño. Le comenté que lo que más me llamaba la atención es que cuando hago un sólo comentario del tipo de: "el color del tejido no es correcto", ellos se tiran hablando dos años y medio Dios sabe de que. Nuestro amigo colombiano se prestó a traducirnos y según él:

-La vieja esta...que dice que no le gusta el color. Pues no lo vamos a cambiar ahora. Se lo volvemos a enseñar mañana y le decimos que es un poco más oscuro, a ver si cuela.

En realidad es lo que había sospechado siempre pero nunca me atreví a decir. Esta vez fui yo la que tuve que hacer de interprete para ella y descifrarle expresiones como "pelotudo" o cosas por el estilo.

Imágenes: Spanish xinhuanet

sábado, 14 de junio de 2008

Con la salud me he topado

Continuamente escucho comentarios de boca de los chinos con respecto a la salud, sobre que es bueno y que es malo, y a decir verdad se cuidan una barbaridad. Procuran pedir en los restaurantes un plato de cada: sopa, carne, pescado, arroz o pasta, vegetales y fruta; y de todo ello procuran comer pequeñas cantidades. Si pido solo un plato de pollo, me recuerdan siempre la importancia de comer de todo, a ellos no les gusta comer carne en exceso. Evitan los medicamentos, hacen deporte (gimnasio, tai-tsi...), son asiduos a los masajes, sus desayunos son iguales a sus almuerzos en cantidad y tipo de comida (a ver a quien le apetece meterse unos noodles entre pecho y espalda a las siete de la mañana...). Hasta en los barrios más mugrientos puedes encontrar por la mañana a todo el mundo con el pelo mojado de recién duchado, la limpieza y el aseo no están peleadas con la pobreza. Si es hervido o cocido en vez de frito (ya sea pescado o arroz), mejor que mejor. No olvidan su cita una vez a la semana de reflexoterapia, hay lugares para ello por todas partes. A menudo se purifican con agua caliente si se encuentran mal. A McDonalds y Pizzahut van una vez de ciento en viento y toman grandes cantidades de fruta. No toman bebidas gaseosas y me recuerdan que el café no es muy bueno, siendo más sano el té que toman a todas horas. Y por último gozan de unas pieles maravillosas, incluso en edades avanzadas, porque eviten el exceso de sol.


Todo ello me hace pensar que cuanto más desarrollado se encuentra un país, más se pierden esas virtudes y costumbres básicas de bienestar, inflingiéndonos el "castigo" de hacer lo que nos da la gana con nuestro cuerpo y buscando más la satisfacción momentánea que el cuidado a largo plazo. Las prisas, el estrés, el exceso de trabajo y de reuniones sociales nos obliga a ponernos una falsa vestidura de buen aspecto de cara a la galería, tapando con ella la falta de horas de sueño, el colesterol, los michelines y las mil y una cervezas de los fines de semana. Olvidamos nuestros cuerpos y abandonamos nuestros estómagos en los restaurantes de comida rápida. No me he pesado, pero a juzgar como me que da la ropa que traje, se que he adelgazo bastante, lo cual ya es un dato llamativo que me hace reflexionar en mis excesos.


Hoy he ido a hacerme fotos para poder ampliar mi visado, ya que me quedaré diez días más. Tendré que ir a Hong Kong y pasar allí una noche hasta que mis papeles estén en regla. La penalización por intentar salir del país con el visado caducado es de alrededor de 500€ por día y con esto de los Olympic Games se han puesto más duros...He provocado una pequeña discusión en la tienda de fotos ya que la chica que me atendía me explicaba que no podía aparecer con escote y me ofrecía elegir una de las camisas que allí tenía colgadas para la ocasión y que a saber quien coño se las había puesto. No podía parar de reírme de lo absurdo que me parecía. Le explicaba que yo no soy china, soy extranjera, pero aun así he sido incapaz de enterarme de porque no me van a dar el visado si aparezco en la foto con escote. He vuelto al hotel, que estaba cerca, he cogido una americana y cuando ya estaba sentada en la sillita dispuesta a la sesión fotográfica me dicen que también tengo que quitarme los pendientes. El colmo...¿será que no salgo reconocible con ellos? En fin....Serán muy sanos pero a veces son más raros que un perro verde, lo valiente no quita lo cortés...
Imágenes: Area46

lunes, 9 de junio de 2008

Y al final....Xi'an

Finalmente y después de haber preparado unas cuantas excursiones tuve que quedarme solo con una.



Beijing, lo había descartado desde el principio, lo vuelos y hoteles han multiplicado su precio casi por cinco a raíz de los Olympic games y no me pareció el momento adecuado para viajar a esa ciudad, aunque ganas no me faltaron. Otra vez será. La excursión del Tíbet se vino abajo por los conflictos que causaron la antorcha olímpica, el gobierno no da visados para acceder a este área montañosa de China. Con los que me apetecía ver el palacio Potala...Dicen que a finales de junio será posible...qui lo sá. Otra opción era Chengdu, devastada por el grave terremoto y por más de 200 réplicas de más de 4 grados en la escala Richter. Tenía muchas ganas de ver el parque de osos panda y el buda Dafo de Leshan, en el foro de Los viajeros leí comentarios de mucha gente que había estado allí y que aseguraba no haber ningún problema. Pero Lynn y Lena casi se pusieron de rodillas y me pidieron por favor que no fuera. Lo mismo ocurrió cuando les comenté mi intención de viajar a Guilin, lleva más de dos semanas lloviendo ininterrumpidamente en el sur de China y el río Li (por el cual se hace una travesía en barco maravillosa) está a punto de desbordarse. Estoy empezando a pensar que soy yo la que trae mal fario a los chinos...El lunes día 11 de junio es fiesta aquí, en China, y quería aprovechar este workingbreak para hacer algo, lo que sea.



Pero por fin, el viernes a última hora decidimos Lynn y yo ir a Xi'an, antigua capital de China. En cuanto terminamos nuestro recorrido por las fábricas, nos acercamos a una agencia de viajes y compramos los billetes de avión, que, por no perder la costumbre, tardaron un milenio en hacerlos. Nuestro vuelo salía el sábado por la mañana, un vuelo de dos horas y media (madre, que grande es este país...). Y a eso de las tres de la tarde aterrizamos dejando atrás el verdor y la espesura del clima húmedo tropical de Guangzhou para adentrarnos en la planicie de la provincia de Shaanxi. El clima es mucho más seco, agradable y respirable, desprovisto de la capa contaminante que barre los cielos de la capital de la provincia de Guang dong y que impide que el sol ilumine las ciudades grises ensombrecidas por los altos rascacielos.



Nada más salir del aeropuerto y frente a la terminal de llegadas, tomamos un autobús que por 25 RMB (2,50 €) te deja en el centro de Xi'an. Allí nos alojamos un el Melody hotel, junto a la parada de autobuses del aeropuerto y en pleno centro turístico. Limpio y agradable, costaba 180 RMB la habitación doble, quedando a nuestra derecha The bell tower y a nuestra izquierda The Drum tower, unas pagodas preciosas e imponentes en medio de la ciudad. Por cierto, en China hay que tener cuidado con los engañosos mapas de las ciudades: aunque en ellos parezca que nuestro destino está cerca, las distancias son muchísimo más grandes de lo que os podéis imaginar. Contratamos en el hotel un tour por unos 300 RMB , ya que algunos lugares turísticos se encuentran algo lejos de la ciudad (los guerreros de terracota están a 28 km.) y estuvimos acompañadas por dos americanos, dos noruegos y dos ingleses. Parece que voy a contar un chiste...



La pagoda del ganso salvaje y sus alrededores son una maravilla. Se encuentra flaqueada por un gran parque arbolado y una fuente cibernética que ofrece espectáculo con música por la noche. Advertencia: está llenísimo de gente.



La muralla que recorre la parte vieja es también impresionante. Se encuentra totalmente intacta y tachonada de pagodas aquí y allá. Tiene unas vistas preciosas de la ciudad y de los encantadores pequeños barrios de los alrededores. Su recorrido es de 14 kilómetros (nosotras solo hicimos dos) pero puedes alquilar una bicicleta para que no se haga excesivamente pesado.



Pero por supuesto la visita estrella fueron los guerreros de terracota. Cuesta creer que alguien hace 2.200 años creara todo aquella magnifica obra para el descanso eterno de un emperador. Terminé la memory card, creo que hice fotos a cada uno de los guerreros, y eso que son 6.000. El guía nos comentó que algunos de los que se encontraban en estado más frágil se habían visto afectados por el terrible terremoto que azotó China hace unos días, dejando una barbaridad de muertos y gente sin hogar. Aún les queda fosas sin descubrir, pero no se atreven a hacerlo sin la tecnología adecuada. Algunos se encuentran reconstruidos trozo a trozo y su intención es poder recolocar todo el ejército tal y como se hizo para el mausoleo del emperador Qinshiuang, el primer emperador de la historia China. Me temo que tienen mucho trabajo aún por hacer pero me quedé encantada de ver aquella maravilla. Cada una de las caras de los guerreros es diferente a otra y cuidaron los detalles hasta el extremo de marcar las uñas y las pequeñas arrugas de los nudillos de las manos. De tamaño natural con una estatura de 1,90 cm. el guía nos dijo que a pesar de que la media en China es mucho menor, para aquellos ejércitos se escogía lo mejor de lo mejor, aguerridos guerreros fuertes y altos.

En Xi'an pude ver muchísimos turistas occidentales (entre ellos bastantes españoles) y el carácter vacacional de la ciudad me hizo sentir un poco de morriña, sobre todo sabiendo que he de quedarme diez días más cuando ya casi me había hecho a la idea de que me quedaba solo una semana. Que se le va a hacer...el trabajo es el trabajo.



Aquí podréis ver más fotos de mi viaje: Xi'an, fotos
Y aquí una explicación más amplia de lo que se puede ver en Xi'an: Xi'an, recorrido

jueves, 5 de junio de 2008

Masajes en los pies

Ayer, durante la comida, Baoyuan, el jefe de una de las fábricas me preguntó si me gustaban los masajes en los pies. Yo por supuesto contesté que sí, agradecí mucho el que me dieron la semana pasada. Sufres como un cerdito porque los dedos del masajista parece que van a traspasarte la planta y los tendones, pero al final te deja como nuevo y además arreglaron mi maltrecho pie, fruto de un accidente doméstico días antes de venir a China.

El caso es que al contestar "" me metí en un lío, porque me invitó a ir con él a un salón de masajes. Y yo, por no hacer un feo, accedí. Me pidió mi número de móvil, lo cual no entendía, porque yo no sé chino, ni él sabe inglés, pero ea, allá que se lo dí. Por un momento me imaginé un conversación telefónica entre los dos. Sería algo así:

-Umm!! Ni hao!!
-Ah, ah...
-Mmmm...Baoyuan!!!
-Eeeeh....Amaia!!! -y así hasta que se nos acabasen los monosílabos. Que incomodidad.

Lena, la interprete, me dijo a que hora quedamos y a esa misma esperé a en el lobby, inquieta y a la expectativa. Puntual vino a recogerme y durante el trayecto silencioso en coche traté de relajarme y pensar en mi sesión de reflexoterápia. Para cuando me dí cuenta, el coche callejeaba por oscuros hutons* malolientes y bastante sucios. Empecé a ponerme tensa. Recordé que en alguna ocasión me habían comentado que los salones de masajes de China, como en otros muchos países, son un poco...como diría yo...putiferios. A la velocidad del rayo acudían a mi mente todo tipo de imágenes y malos pensamientos, y en 0,1 segundo llegué a las siguientes conclusiones:

A.- Que me parecía un poco ridículo sacar mi diccionario de chino y buscar como se dice "no me toques, tengo el período".

B.- Que Baoyuan me llega por el sobaco y que, en caso de acercamiento sibilino, le podía soltar una buena galleta.

Cuando ya me iba a quedar con la opción B, me dí cuenta de que ya no necesitaba tomar ninguna decisión, al momento salimos del mar de callejuelas para llegar a nuestro destino, un sitio elegante y pulcro y que me hizo sentir la mujer más mal pensada del mundo.

Una vez dentro, tocó la hora de descalzarnos. A una señal de Baoyuan, una mujer recogió sus zapatos para salir con ellos de la sala. Gracias a Dios no iba a morir de hedor, pero...no sé...si a mi me oliesen los pinreles, los masajes en los pies sería lo último a lo que invitaría a alguien, ¿no? Bueno, el caso es que en unos minutos la mujer volvió con ellos, por lo tanto deduzco que se los llevó para desparasitar o algo por el estilo. El masaje bien, como siempre. Lo único que llevo mal es que te hagan meter los pies en un barreño con agua a 200ºC, por lo demás como una reina. Me pasé todo el masaje como el mudito de los hermanos Marx, pero como es un momento de relax, todo vale.

Pues solo me queda contaros que se me esfumó mi oportunidad de ir a Guilin: hay inundaciones. Desde luego este no es el año de China...ni mi año en China.


Hutons* Callejuelas antiguas típicas chinas.

Imágenes: Teoriza

martes, 3 de junio de 2008

Por fín fotos!!!

¡Por fín! Ya me he agenciado un cable para mi cámara de fotos así que allá van:






Este peluche me lo regaló Lena. Por supuesto mi primera pregunta nada más verlo fue: -¿Qué es?-. Parece ser que se trata de un personaje de una película para niños de dibujos animados. Por Dios, que feo es el condenado...Así están los niños de hoy en día...








Por cierto, el otro día nos sirvieron para comer un cangrejo, tipo nécora, con un rebozado naranja de vete tu a saber que. Con un poco de aprensión tomé un trozo y me lo llevé a la boca y...No os lo vais a creer, el rebozado era de queso y sabía a...¡Risketos! Pero no un poco, no, sabían totalmente a Risketos. Me encantaría saber como coño lo hacen...Siento no tener foto, ganas no me faltaron, pero me pareció un poco de mala educación...











Esta es Lena haciendo el mongolo delante de unos cañones en un museo de guerra en Dong guan. Fue el mismo día en el que acabamos en un cutre-parque de atracciones que en anteriores entradas os comento.

Estas fotos son de Zhu Temple de Foshan al cual acudí con Lynn. Me comentó que si hacía fotos a estatuas de dioses, no debía borrarlas ni romperlas jamás.



Si supiera la de fotos de Kuan Yin que borré de la isla de Hainan...Ya sábeis, te pones a hacer y a hacer y acabas con ochocientas fotos.




En el momento de la foto de la entrada del templo no llovía (cosa rara) he incluso a ratos el sol se dejaba ver. Parece que las medidas del gobierno empiezan a tener resultados aunque sean un poco drásticas. Han cerrado un montón de fábricas en China. De los alrededores de Beijing las que más polución producían, y del resto de China han cerrado las más pequeñas y que monetariamente hablando, menos importaban. Los ciclomotores están prohibidos en las grandes ciudades, de modo que la gente a vuelto a la bicicleta. No sé si la economía de China lo puede soportar, pero espero que después de los Juegos Olímpicos no vuelvan a las andadas. Me reí un montón al enterarme de los nombres de las cuatro mascotas de las olimpiadas: Pe-Pe, Chin-Chin, Juan-Juan y Yin-Yin. Juntos formas las iniciales de Bienvenidos a Beijing.









Dentro tenía un museo dedicado a las artes marciales en el cual hacían exhibiciones. Pero por estar lloviendo a mares estaban canceladas. Sí es que no para de jarrear...








La foto del karateka que veis más abajo no es otro que Jackie Chan (aunque su nombre chino es Cheng Long) cuando estaba hecho un jovenzuelo. Os recuerdo que tiene ya más de cincuenta años. La imagen es de una película de no se que de un dragón, no me acuerdo muy bien. Ya siento el brillo de la foto, pero el cuadro tenía cristal...Algunas también están desencuadradas pero es que sin Photoshop no soy nadie. Por cierto, había también muchas fotos de Bruce Lee, que, aunque nació en San Francisco, sus padres eran de Foshan, en la ciudad donde me encuentro.





El árbol que veis con un motón de cosas rojas colgando es un árbol de los deseos y en cada una de las cintas hay deseos escritos por gente.






También había un jardín de preciosos bonsáis que me encantó. Que manos más maravillosas tienen los orientales para la jardinería...
Por último os dejo una foto de mis famosas tangas chinas. Solo cuelgo una, la más sobresaliente, que como veis aun no he estrenado, no he tenido estómago para hacerlo. Desde entonces las lavo a mano, paso de que los de la lavandería me pierdan más y acabe con bragas de leopardo.









Espero que las próximas fotos sean algo mejor que estas en Guilin. Un saludo a todos.



























miércoles, 28 de mayo de 2008

A comer tocan

Hasta ahora no os había hablado de la comida por que me temo que en ese aspecto estoy achinada completamente. Nada me asusta, por muy raro que sea el plato lo pruebo todo y las cosas que al principio no me gustaban en absoluto, ahora las como con placer. Supongo que es cuestión de educar al paladar: no es que no nos gusten esos platos, es que nuestra lengua es virgen con respecto a algunos sabores.

Hoy de todas formas ha sido especialmente satisfactoria. El jefe de la fábrica de Dong guan, en un intento de hacerme la pelota por las cagaditas que han hecho, se ha tirado un largo y nos ha invitado a una comida de 500 RMB (unos 50€), lo cual es carísimo para ser China.

Todo estaba muy bueno y algunos platos no los había probado nunca. Ya había catado en otras ocasiones las vieiras con brotes de ajo que están de muerte y que nosotras mismas fuimos a elegir a las peceras que prácticamente todos los restaurantes tienen, por muy cutre que sea. Junto a las almejas escogimos una raya, que ha sido el mejor pescado que he probado nunca en China. Normalmente suelen servírtelo muy blandurrio y viscoso, no sé si por la forma de cocinar o por las aguas calientes del mar de China, pero este estaba fetén. También elegimos unas gambas que el chico nos sacó amablemente con una red. Junto a ellas había un....no sé como explicarlo...yo lo voy a llamar "armadillo de mar", aunque la traducción literal del chino de ese bicho es "pollo de mar", no sé porque. Es como si a una nécora le pones una coraza de armadillo por encima, no se le veían ni los ojos. Según me han dicho se utiliza para hacer sopas, así que probablemente lo he comido y yo sin saberlo. Me encantaron las gambas fritas con hojas de té. Es más, pienso hacer este plato en cuanto vuelva a casa. Y por primera vez en China probé el cerdo agridulce. Yo ya estaba pensando que era un invento de los restaurantes chinos occidentales. Todo ello regado con té de margaritas riquísimo. En fin, que he comido de miedo.

Una vez terminada la visita a la fábrica y en un nuevo intento de hacer la pelota (como si no hubiera sido suficiente la super comida) el jefe nos llevó a un parque de atracciones. Sí, como oís. Pues allá que nos montamos todos en los autos de choque, en los que, por supuesto, tenían la versión china del gitano subido de pie en uno de ellos masacrando a toda la concurrencia. Después, cogiditos todos de la mano entramos en la casa del terror (de un cutre que no te menees). Yo iba la primera y me daba la mano el "guía" de la casa del terror al cual tuve que apartar tres veces su mano de mi teta. Se pensaría que entre la oscuridad y los empujones no me iba a dar cuenta...

Después de la jornada laboral, Lena y yo hemos ido a darnos un masaje de pies que me ha dejado como nueva. Aunque tenía mucho miedo después de mi experiencia con los masajes y que podéis leer aquí. Todavía se me ponen los pelos de punta solo de recordarlo.

El próximo fin de semana tenemos programada Lena, su novio y yo una excursión a una montañas, aquí, en Guangdong (si deja de llover de una puñetera vez). Y al siguiente nos vamos a....¡¡Guilin!! Tengo unas ganas tremendas de ir y hacer la travesía por el río Li, tiene que ser precioso. Ya os lo contaré.

Sin más, me despido. Ciao!!!



Imágenes: Starportfoods

martes, 27 de mayo de 2008

De bragas y sujetadores

Por primera vez he utilizado el servicio de lavandería del hotel y no he salido muy bien parada. Tomé la aséptica bolsa destinada a ello, metí dentro todo lo que necesitaba (entre ellas unas cuantas piezas de ropa interior) y a la noche llamó al timbre una amable señorita devolviéndome toda mi ropa limpia y planchada en perchas. Hasta aquí todo bien. A la mañana siguiente fui a coger una de mis tangas que se encontraba dentro de una bolsa colgando de una de las perchas antes mencionadas y esa fue la última vez que las vi. Sin despedirse ni nada desaparecieron de mi habitación como por arte de magia.

Cuando pregunté en recepción me dijeron que no sabían nada y que buscase bien en mi habitación, aunque ya había revuelto Roma con Santiago. Tras varias conversaciones y ver que no iba a sacar nada en claro, decidí ahorrar saliva y salir a comprar ropa interior nueva. Muy buena experiencia en China, lo recomiendo.

Una vez en el centro comercial me dí cuenta de que iba a ser una tarea mucho más difícil de lo que creía. En principio porque las chinas no usan tangas y me niego a colocarme uno de esos bragones de cuello vuelto que suelen usar. Las pocas tiendas que tenían T-back eran de un diseño que escandalizarían a Rocco Siffredi, lo cual me da que pensar que en China las tangas solo las usan los putones verbeneros, con perdón. Total que me compré dos tangas en rojo y tres en negro (ya sabéis, los colores de los putones, con perdón otra vez...), ni por el forro la de leopardo que me ofreció la dependienta, una naranja fosforescente con mariposas en el culete y por último otra amarilla, la más sencilla de todas de la marca Calvon Klair (no es coña, es lo que pone en la etiqueta). De entre las rojas y negras, a parte de estar adornadas con puntillas hasta vomitar, debo destacar una roja de lunares con un lazo de raso en la parte delantera que me llega hasta la rodilla. Seguro que cuando me fui de la tienda con todo aquel arsenal la dependienta pesaría: "menuda pitiki esta hecha la laowei* esta...". Colgaría fotos de ellas, pero me he olvidado el cable USB de la cámara...

El siguiente problema fue encontrar un sujetador de mi talla, ya que la mayoría no pasan de la 80 y yo necesito la 95. Los que eran más bonitos no había talla y tenían un relleno de cemento armado de 4 cm. de grosor, que es lo que me faltaba. Y los de talla grande tenían un diseño que a mi abuela le hubiesen encantado. Finalmente solo encontré uno normalito de color morado, mi color preferido (es sarcasmo puro y duro, lo odio).

A la tarde me dirigí a una de las fábricas y me mostraron un pantalón blanco para aprobar el grosor del tejido. Lo toque...lo volví a tocar...pero no estaba segura. Hasta que se me ocurrió sacar una de las tangas rojas que me acababa de comprar y la metí dentro del pantalón. No se transparentaba. Aprobado. La chica que me mostraba las prendas casi se mea de la risa.

Hago un llamamiento a mi marido y mis amigas para que cuando vuelva a casa con mi nueva línea de ropa interior se abstengan de hacer risas, ya que no pienso tirarlas a la basura. Las usaré hasta que se les caigan los lazos, que para algo las he comprado.

*Laowei es como nos llaman a los extranjeros en general.

lunes, 26 de mayo de 2008

Los pesetos me matan

Hoy me ha tocado el taxista kamikaze. Volantazo p'aqui y volantazo p'alla, me ha llevado hasta el apartahotel a toda mecha no sin antes zigzaguear como un loco metiéndose en huecos imposibles, pitar hasta a María santísima y casi atropellar a un señor. Toda una experiencia. Me ha hecho recordar que en una ocasión, mi jefe su hija y yo tomamos un taxi para ir a un mercado. Le enseñamos la notita con el nombre del mercado en chino que nos habían facilitado y emprendió su marcha a lo Carlos Sainz con cara de muy pocos amigos. Después de tomar unas cuantas curvas a dos ruedas paró bruscamente en un lugar que no conocíamos de nada casi subiéndose a la acera. Abrió la puerta para apearse y nosotros como locos le decíamos que no, que siguiese (todo esto haciendo gestitos con las manos, claro). El hombre, en vez de hacernos el gesto internacional para que esperásemos, nos soltaba parrafadas en chino que sirvieron de muy poco para unos ignorantes en la materia como nosotros. Como veía que no nos íbamos a entender, se largó sin más dilaciones hasta un edificio pequeño y mugriento que había en frente y que hasta ahora no habíamos visto: eran unos urinarios públicos. Se estaba cagando. Cuando ya pararon nuestras carcajadas apareció el taxista con cara sonriente de satisfacción y tomó de nuevo la carretera mucho más tranquilo y sosegado. Y me pregunto yo...¿se estaría cagando también el taxista de hoy?

Por cierto, mientras íbamos en el taxi a la velocidad del sonido, hemos pasado por delante de un hospital cercano a mi apartathotel. En un cartel inmenso rezaba:


The first people's hospital of Foshan

Muy bueno lo de hospital de gente, aunque a juzgar por la pinta que tenía y lo negro de los azulejos de la entrada, solo me queda decir una cosa. Si me pasa algo...¡Qué Dios me coja confesada!

sábado, 24 de mayo de 2008

La diferencia de ser chino

Existe un motón de costumbres tan diferentes a las nuestras que no me voy a parar a recitarlas todas ahora. Cuando vine por primera vez hace cuatro años pensaba que se me haría todo muy extraño y efectivamente, una vez aquí, desde la comida hasta los edificios y gentes con sus costumbres son la antítesis a los occidentales. Pero cuando ya has estado unas cuantas veces o durante mucho tiempo te das cuenta de que es como vivir en Marte. Si a ti te gusta el negro, a ellos les gusta el blanco, que no os quepa duda. Si tú bebes agua fría, ellos la beben siempre caliente. Si a nosotros nos gusta vestir conjuntados en cuanto a colores, ellos, cuanto más dispar sea la mezcla, mejor. Y por no hablar de las diferencias educacionales en cuanto a ceder el paso a las mujeres, esperar a que todos los comensales estén servidos, evitar los eructos en público o el sencillo hecho de no sorber la sopa: en China no existen. Y no quiero decir con esto que estén mal educados, son sus costumbres y la educación que han recibido, ni más ni menos. Aunque voy a evitar aquella frase de “donde fueres haz lo que vieres”, no me gustaría volver a casa y sorber la sopa en do mayor.

Hace un par de días estuve en una fábrica en Dong guan, también en la provincia de Guang dong, y a eso de las seis de tarde, mientras trataba unos asuntos con el jefe de la misma, apareció su hijo de tres años con una pegatina de un tomate en la frente. La traductora me explicó que cuando los niños hacen algo bien en clase, la profesora les coloca esa pegatina de premio. Aquel orgulloso niño se acercó a una pared del despacho donde había otras cuatro pegatinas de tomates y despegó la de su frente para colocarla con las demás.

Ayer tuve un respiro cenando en casa de unos españoles en compañía de más gente de mi tierra. De vez en cuando se agradece oír hablar en castellano y euskera, o escuchar las más inverosímiles historias sobre las cosas que les han ocurrido viviendo desde hace tiempo aquí (algunos bastantes años) o que es lo que les trajo a este remoto lugar del mundo. ¿De cena? Tortilla de patata, chorizo, queso y lomo ibérico todo ello regado con una buena bota de vino. ¿Qué más se puede pedir?

jueves, 22 de mayo de 2008

The bellboy

Todas las mañanas veo su cara risueña en el lobby del apartahotel y mientras espero al conductor y a la traductora que me hacen la visita guiada por las fábricas, siempre se acerca a mí para amenizarme esos pocos minutos de espera que los orientales no dejan correr excesivamente, ya que son amantes de la puntualidad. En cuanto me ve aparecer a través de las puertas del ascensor, me dedica una de sus mejores sonrisas y delicadamente toma gran parte de los innumerables bolsos y maletas que acarreo continuamente.

-Buenos días, Amaia.-balbucea en su huérfano inglés.
-Buenos días, Corey.

Cada día me obsequia con montones de preguntas acerca de mi país, mi familia, mi trabajo o yo misma. La frase "la curiosidad mató al gato" deberían cambiarla por "mató al chino". No es extraño que te pregunten sin el mayor asomo de vergüenza y tampoco de malicia. A pesar de haberte conocido hace media micra de segundo te pueden bombardear con cuantos años tienes, cuanto cobras al mes o cuanto te ha costado el portátil. Todo ello descifrando sus interminables frases y preguntando a algún compañero la palabra que no le viene a la mente.

Esta mañana le vi salir del mostrador ataviado con su chaqueta blanca de botones dorados y su bonete rojo. Bueno, no sé si se llama bonete ese gorro tipo Sacarino que llevan los botones, ya me entendéis. Después de comentar simplezas sobre la lluvia o la comida oriental, me preguntó donde vivían mis padres.

-Viven en la misma ciudad que yo. Bastante cerca. -le respondí pacientemente. En realidad me parece graciosa su hambrienta curiosidad y me gusta seguirle el juego.
-Ah...Mis padres viven en (un nombre de ciudad impronunciable), en la provincia de Guangdong. Son.... -no atinaba con la palabra y chasqueaba los dedos esperando la llegada de inspiración- Son...

Finalmente comenzó a reírse de su propia torpeza e hizo un gesto con la mano animándome a que lo olvidase. La conversación continuó por otros derroteros, adelantándome yo también a hacerle preguntas.

-A las mujeres chinas les gusta tener la piel blanca ¿no? Se tapan la cara con paraguas cada vez que sale el sol.
-Si, es cierto. La piel oscura solo la tienen los pobres.
-A nosotros nos encanta tener la piel morena y el significado es totalmente al revés. Una vez, el dueño de una fábrica me dijo que parecía una campesina con la piel tan morena. -le comenté jocosamente.
Con un semblante serio y melancólico me contestó:
-Eso es lo que quería decir antes. Mis padres son campesinos.


Imágenes: walkergroupeap

domingo, 18 de mayo de 2008

Mi primer día: Viaje a Cantón

Empezar no es que empezase especialmente bien la cosa. Una que, con los nervios en punta y el estomago hecho un guiñapo, se había hecho ya a la idea de desaparecer por un mes surcando los aires. Pero mi vuelo Bilbao-París se retrasaba una hora y perdía la conexión con el vuelo a Guangzhou, así que con las mismas me dí media vuelta a mi casita con maleta en ristre (que pesaba bastante la condenada) para volver al día siguiente. No me hacía mucha gracia volar de día, ya que es mucho más difícil amenizar el viaje con una buena sobada de unas 10 horas. Creedme, yo lo hago, se hace cortísimo. Lo aprendí de mi jefa, mi querida Mª Asun: un par de vinos blancos emparejados con otro par de dormidinas y para cuando te quieres dar cuenta estás ya aterrizando. Esto está realizado por profesionales, no lo hagáis en casa u os pareceréis a Melendi.

Aterricé a las seis de la mañana en una ciudad que amanecía surcada por una espesa niebla, fruto de la naturaleza o de la contaminación, qui lo sa. Para suavizar el efecto jet lag, me fumé el último pitillo occidental mientras esperaba a Lena, una chica china encantadora, risueña y bastante alta para la media oriental. Ella y Gao (el conductor) me llevaron a mi apartamento, Sunlight apartaments en Foshan, el cual era muy espacioso, limpio, acogedor y con una cama enorme de dos metros de ancho.

Después de revisar el apartamento y ver que necesitaba, Lena y Gao se fueron a comprarme algunas cosas mientras yo me dejaba caer en la espesura de las sábanas almidonadas. Creo haberles visto entrar entre sueños a dejar las compras. Cuando me deperté al de cuatro horas me habían dejado fruta, café, leche, azúcar y algunas otras cosas de menaje, como un wok, el cual no sé si llegaré a usar. Es una pena pero cocino como Subijana: lío una cacharrada que no os lo podéis ni imaginar y no es cuestión de hacerlo en un hotel. Aún estoy inspeccionando que es el aparato ese que hay en la cocina. No soy capaz de distinguir si es un horno o un lavaplatos. La cuestión es que tiene como dos cajones de rejilla aptos para colocar los platos pero no veo ningún cajetín para introducir el detergente. Por supuesto los mandos y botoncitos están en chino y no da lugar a suponer para que es cada uno. Seguiré investigando.

A eso de las 18:30 me aventuré a buscar un restaurante decente o medianamente parecido a los que había probado en otras ocasiones y así poner aprueba mi corto vocabulario chino. Y fué un fracaso. La comida no, estaba riquísima, el fracaso fue mi vocabulario. En Bilbao me aprovisioné de un diccionario de chino, una de esas guías para viajeros. Pensé que con decir "sopa" (tang·lèi) y "pollo" (chii) ya estaba pidiendo sopa de pollo. Perooooo...."sopa de pollo" todo junto se dice de otro modo. Bueno, por lo menos me entendieron el "chii". Después de la sopa me debieron de ver acalorada y me pusieron un aparato de aire acondionado en la oreja a -15º.

Bueno, mañana más y mejor. Me voy a dormir.