martes, 27 de mayo de 2008

De bragas y sujetadores

Por primera vez he utilizado el servicio de lavandería del hotel y no he salido muy bien parada. Tomé la aséptica bolsa destinada a ello, metí dentro todo lo que necesitaba (entre ellas unas cuantas piezas de ropa interior) y a la noche llamó al timbre una amable señorita devolviéndome toda mi ropa limpia y planchada en perchas. Hasta aquí todo bien. A la mañana siguiente fui a coger una de mis tangas que se encontraba dentro de una bolsa colgando de una de las perchas antes mencionadas y esa fue la última vez que las vi. Sin despedirse ni nada desaparecieron de mi habitación como por arte de magia.

Cuando pregunté en recepción me dijeron que no sabían nada y que buscase bien en mi habitación, aunque ya había revuelto Roma con Santiago. Tras varias conversaciones y ver que no iba a sacar nada en claro, decidí ahorrar saliva y salir a comprar ropa interior nueva. Muy buena experiencia en China, lo recomiendo.

Una vez en el centro comercial me dí cuenta de que iba a ser una tarea mucho más difícil de lo que creía. En principio porque las chinas no usan tangas y me niego a colocarme uno de esos bragones de cuello vuelto que suelen usar. Las pocas tiendas que tenían T-back eran de un diseño que escandalizarían a Rocco Siffredi, lo cual me da que pensar que en China las tangas solo las usan los putones verbeneros, con perdón. Total que me compré dos tangas en rojo y tres en negro (ya sabéis, los colores de los putones, con perdón otra vez...), ni por el forro la de leopardo que me ofreció la dependienta, una naranja fosforescente con mariposas en el culete y por último otra amarilla, la más sencilla de todas de la marca Calvon Klair (no es coña, es lo que pone en la etiqueta). De entre las rojas y negras, a parte de estar adornadas con puntillas hasta vomitar, debo destacar una roja de lunares con un lazo de raso en la parte delantera que me llega hasta la rodilla. Seguro que cuando me fui de la tienda con todo aquel arsenal la dependienta pesaría: "menuda pitiki esta hecha la laowei* esta...". Colgaría fotos de ellas, pero me he olvidado el cable USB de la cámara...

El siguiente problema fue encontrar un sujetador de mi talla, ya que la mayoría no pasan de la 80 y yo necesito la 95. Los que eran más bonitos no había talla y tenían un relleno de cemento armado de 4 cm. de grosor, que es lo que me faltaba. Y los de talla grande tenían un diseño que a mi abuela le hubiesen encantado. Finalmente solo encontré uno normalito de color morado, mi color preferido (es sarcasmo puro y duro, lo odio).

A la tarde me dirigí a una de las fábricas y me mostraron un pantalón blanco para aprobar el grosor del tejido. Lo toque...lo volví a tocar...pero no estaba segura. Hasta que se me ocurrió sacar una de las tangas rojas que me acababa de comprar y la metí dentro del pantalón. No se transparentaba. Aprobado. La chica que me mostraba las prendas casi se mea de la risa.

Hago un llamamiento a mi marido y mis amigas para que cuando vuelva a casa con mi nueva línea de ropa interior se abstengan de hacer risas, ya que no pienso tirarlas a la basura. Las usaré hasta que se les caigan los lazos, que para algo las he comprado.

*Laowei es como nos llaman a los extranjeros en general.

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