lunes, 26 de mayo de 2008

Los pesetos me matan

Hoy me ha tocado el taxista kamikaze. Volantazo p'aqui y volantazo p'alla, me ha llevado hasta el apartahotel a toda mecha no sin antes zigzaguear como un loco metiéndose en huecos imposibles, pitar hasta a María santísima y casi atropellar a un señor. Toda una experiencia. Me ha hecho recordar que en una ocasión, mi jefe su hija y yo tomamos un taxi para ir a un mercado. Le enseñamos la notita con el nombre del mercado en chino que nos habían facilitado y emprendió su marcha a lo Carlos Sainz con cara de muy pocos amigos. Después de tomar unas cuantas curvas a dos ruedas paró bruscamente en un lugar que no conocíamos de nada casi subiéndose a la acera. Abrió la puerta para apearse y nosotros como locos le decíamos que no, que siguiese (todo esto haciendo gestitos con las manos, claro). El hombre, en vez de hacernos el gesto internacional para que esperásemos, nos soltaba parrafadas en chino que sirvieron de muy poco para unos ignorantes en la materia como nosotros. Como veía que no nos íbamos a entender, se largó sin más dilaciones hasta un edificio pequeño y mugriento que había en frente y que hasta ahora no habíamos visto: eran unos urinarios públicos. Se estaba cagando. Cuando ya pararon nuestras carcajadas apareció el taxista con cara sonriente de satisfacción y tomó de nuevo la carretera mucho más tranquilo y sosegado. Y me pregunto yo...¿se estaría cagando también el taxista de hoy?

Por cierto, mientras íbamos en el taxi a la velocidad del sonido, hemos pasado por delante de un hospital cercano a mi apartathotel. En un cartel inmenso rezaba:


The first people's hospital of Foshan

Muy bueno lo de hospital de gente, aunque a juzgar por la pinta que tenía y lo negro de los azulejos de la entrada, solo me queda decir una cosa. Si me pasa algo...¡Qué Dios me coja confesada!

No hay comentarios: