sábado, 24 de mayo de 2008

La diferencia de ser chino

Existe un motón de costumbres tan diferentes a las nuestras que no me voy a parar a recitarlas todas ahora. Cuando vine por primera vez hace cuatro años pensaba que se me haría todo muy extraño y efectivamente, una vez aquí, desde la comida hasta los edificios y gentes con sus costumbres son la antítesis a los occidentales. Pero cuando ya has estado unas cuantas veces o durante mucho tiempo te das cuenta de que es como vivir en Marte. Si a ti te gusta el negro, a ellos les gusta el blanco, que no os quepa duda. Si tú bebes agua fría, ellos la beben siempre caliente. Si a nosotros nos gusta vestir conjuntados en cuanto a colores, ellos, cuanto más dispar sea la mezcla, mejor. Y por no hablar de las diferencias educacionales en cuanto a ceder el paso a las mujeres, esperar a que todos los comensales estén servidos, evitar los eructos en público o el sencillo hecho de no sorber la sopa: en China no existen. Y no quiero decir con esto que estén mal educados, son sus costumbres y la educación que han recibido, ni más ni menos. Aunque voy a evitar aquella frase de “donde fueres haz lo que vieres”, no me gustaría volver a casa y sorber la sopa en do mayor.

Hace un par de días estuve en una fábrica en Dong guan, también en la provincia de Guang dong, y a eso de las seis de tarde, mientras trataba unos asuntos con el jefe de la misma, apareció su hijo de tres años con una pegatina de un tomate en la frente. La traductora me explicó que cuando los niños hacen algo bien en clase, la profesora les coloca esa pegatina de premio. Aquel orgulloso niño se acercó a una pared del despacho donde había otras cuatro pegatinas de tomates y despegó la de su frente para colocarla con las demás.

Ayer tuve un respiro cenando en casa de unos españoles en compañía de más gente de mi tierra. De vez en cuando se agradece oír hablar en castellano y euskera, o escuchar las más inverosímiles historias sobre las cosas que les han ocurrido viviendo desde hace tiempo aquí (algunos bastantes años) o que es lo que les trajo a este remoto lugar del mundo. ¿De cena? Tortilla de patata, chorizo, queso y lomo ibérico todo ello regado con una buena bota de vino. ¿Qué más se puede pedir?

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