viernes, 5 de junio de 2009

Y volveeemos a la carga....

Os he tenido un poco colgados, mi último viaje a China fue una locura y no tuve tiempo de contar nada de nada, pero he escrito esta entrada para que sepáis que vuelvo a la carga. El próximo domingo día 7 vuelvo a la ruta de la seda, al arroz blanco y pulcro, y al insano y húmedo calor tropical. Esta vez estaré casi un mes (hasta el 1 de julio), y ya os iré contando como va la cosa, si la casco de un parrus por el calor o qué.

Aunque me suelo abstener de criticar a los países que me acogen, aunque sea por poco tiempo, quería invitaros a reflexionar sobre algo que no hace más que dar vueltas en mi cabeza. Lynn, la interprete que me suele acompañar allá donde voy, está embarazada y soltera, para más señas. Nadie sabe quien es el padre, y ella se niega a decirlo, pero aún así, esto no es lo peor de la historia. La gravedad de la cuestión es que en China está prohibido quedarte embarazada sin haber contraído matrimonio. Bueno, quizá prohibido no es la palabra, nadie va a multarte ni meterte a la cárcel. De lo que se encarga el gobierno es de ignorar totalmente a la criatura, como si no existiera. No podrá recibir asistencia sanitaria ni, en el futuro, educación pública. Su nombre y su foto no aparecerán en el censo de ninguna administración porque ese niño definitivamente no existe y está abocado a ser además de un bastardo, un paria. Una práctica de lo más medieval.

Más tarde me explicaron que en China tienen dos IDs diferentes: urbano y rural. Esta diferenciación se realiza por motivos de control de natalidad, ya que con un carné urbano solo puedes tener un descendientes y, en cambio, con uno rural, la maravillosa suma asciende a dos cabestros por pareja. El rollo es más enrevesado, pues los padres que han sido hijos únicos pueden tener más prole que los demás, bla, bla, bla...El caso es que Lynn, además de haberse quedado embarazada del hombre equivocado (no me lo he inventado yo, las malas lenguas dicen que está casado y no reconoce al bebé), es el único niño que podrá tener en toda su vida. Si el día de mañana conoce a su media naranja se tendrán que comprar un perro, porque de niños tururú.

Lynn, como seguramente tantas chicas chinas, volverá a su hometown, acullá en el norte, en una zona rural cerca de la frontera con Mongolia. Allí arreglarán un falso casamiento, sobornando un poco al alguacil de turno. Me han dicho que con 3.000 RMB (unos 300€) es más que suficiente. De este modo tendrá en sus manos un ID rural y una nueva oportunidad de hacer las cosas como Dios manda, y así tener otro vástago con alguien más adecuado y menos hijodeputa. Recién parida y sin perder muchos días de trabajo (así es Lynn) volverá a Guangzhou, dejando aquella huérfana criatura al cuidado de sus abuelos en un pueblito al que solo regresa una vez al año en febrero, por año nuevo chino.

En las zonas rurales todas estas historias les parecen txorradas. Sus arrozales necesitan manos jóvenes y fuertes para salir adelante, y no dudan en tener hijo tras hijo llevando al registro civil únicamente a dos de ellos. Según la Wikipedia, en 2006 tenía una población oficial de 1.313.973.713 pero...no os dejéis engañar!!! Son muchos más!!!