martes, 14 de julio de 2009

Tsao chien!!!

El viernes, 03 de julio de 2009 a las 8:41

Creo que me conozco al dedillo todas las administraciones públicas que hay en Beijing. He tenido que ir varias veces a la policía, a la oficina de visados, al consulado y a la embajada. Y por absoluta e innegable experiencia he de decir que los funcionarios del consulado son una panda de inútiles. Se preocupan exclusivamente de expedirte el pasaporte, el resto (que es mucho papeleo) allá te las apañes tu sólo. No pretendo que me lleven de la mano y que me den palmaditas en la espalda para eructar, pero en lugares como la policía o la oficina de visados donde el inglés brilla por su ausencia es totalmente necesario tener un intérprete. Me busqué la life como buenamente pude y aún no he llegado a comprender como coño me entendí yo solita con la policía, que no saben ni decir yes. Por supuesto todo ha sido a base de meter horas en todas las administraciones y ser más pesada que una vaca en brazos. No quería resignarme a esperar una semana más para que me dieran el visado y ahí…tuve que pedir sopitas. Me prestaron una intérprete de la cámara de comercio española de Beijing. Cristina, una chinita encantadora a la que debo la vida. En cuanto entramos en la Police buro office le explique de qué se trataba la cuestión.

-Cristina, por favor, ya sé que lo legal y normal es que tarden una semana en expedirte el visado, pero no puedo esperar más. Si tengo que pasar otra semana aquí, me tiro por una ventana. Diles lo que quieras. Diles que mi padre está enfermo y que ya he comprado el billete de avión.

Cristina abrió desmesuradamente los ojos hasta casi ponerlos redondos ante mis palabras. No me dijo nada, pero sé que le pareció poco ortodoxo y una ilegalidad como la copa de un pino.

-Vamos, Cristina…nadie lo va a saber. Si hay que pagar más…pues se paga.

Volvió a girar la cabeza hacia mí y abrir los ojos de par en par.

-No es un soborno, Cristina.-le saqué de dudas inmediatamente.-En Hongkong hay que pagar más por un visado urgente.

Sin mucha insistencia por mi parte accedió a hacer el trapicheo y con una reserva de avión que ya no valía (había expirado ya) para el 1 de julio nos acercamos a la ventanilla del jefe de visados.

-Este es el jefe.-me aclaró Cristina.-Un hombre muy majo.

-Pues será contigo.-Pensé para mis adentros. A esas alturas había discutido con casi la totalidad de la plantilla que allí estaba trabajando. Después de una larga conversación en suahili (para mi como si lo fuera) y ver como al jefe se le torcía la cara en una mueca que parecía ser una leve sonrisa, conseguimos arrancarle del cajón de su mesa un formulario para visados urgentes. Es decir, que lo tendría al día siguiente. El resto fue coser y cantar y puro papeleo administrativo. Con rabia vi como las mismas mujeres que me habían ladrado el día anterior, exhibían una amplia sonrisa hacia Cristina, pero me sentía tan feliz (tratando de ocultarlo, si no a ver quien se cree que mi padre está enfermo) que ya no me importaba nada e incluso se me habían pasado las ganas de prender fuego a todo el edificio.

Después fuimos a una agencia de viajes a por mi billete de avión (esta vez real) y adjudicándome el último asiento que había para el día 2 de julio, salí dando saltos y plantando un enorme beso a Cristina. Me acerqué a Sanlitun y me senté en una terraza a degustar una buena cena y una gran jarra de cerveza, había que celebrarlo y no había comido aún. No necesito explicaros el pedo inmundo que me pillé con medio litro de cerveza teniendo mi cuerpo acostumbrado a arroz y verdura hervida…

El tiempo que me quedó restante hasta mi vuelo y mucho más tranquila, lo utilicé para ver la Ciudad prohibida, el Templo de los Lamas y el Templo del cielo. La gran muralla ya la visité el domingo pasado y sin duda fue lo más impresionante de todo. Ver como esas almenas se deslizan sinuosamente a través de montes y montañas es una maravilla con todas las letras. Como fortificación no les sirvió de mucho, ya que fue traspasada por invasores en dos ocasiones, una de ellas por sus vecinos los mongoles (la otra ocasión no la recuerdo). Hice un recorrido de unos 2 km. subiendo y bajando cuestas, algunas bastante empinadas y con un sol ardiente que hacía aún más pesada la caminata. En algunos tramos encontré esos escalones pequeñitos y no muy altos que si los subes de uno en uno, parece que no avanzas nada, y si los subes de dos en dos los muslos te torturan. ¿Qué es lo que nadie cuenta? Pues que los tramos más cercanos a Beijing y por lo tanto más turísticos, Mutianyu y Badalin, tienen un servicio de telesilla para encaramarte a la muralla y un tobogán gigante para que te deslices a la base de nuevo, quitándole un encanto irrecuperable. Pero en definitiva, es un lugar tan maravilloso, que por mucho que lo afeen, seguirá siendo el estandarte del turismo en China. No se puede decir lo mismo del trozo de muralla de Badalin, que, según me han dicho (yo fui a Mutianyu) lo han convertido en un auténtico circo.

Por cierto, ¡recibí mi primer empujón de los empujadores oficiales del metro! Ya sé, me diréis que eso es en Japón, pero probad el metro de China en hora punta…Aquí son un poco más de pueblo, los tíos berrean a todo el mundo. Recuerdo que mientras estábamos apretujados los unos contra los otros había una chica a mi derecha que pudorosamente se tapaba el escote. Me pareció un poco exagerada, hasta que giré mi cabeza a la izquierda y vi a un desagradable hombre incrustando sus ojos en mis tetas. Acto seguido me subí la camiseta hasta el cuello. Me he pegado unas pateadas tremendas porque a pesar de tener una buena red de metro, las estaciones están a tomar por saco unas de otras. Es una ciudad tan grande que hubiese sido imposible hacerlo de otra manera, si hubiera más estaciones eliminaría el sentido por el que se hace el metro: rapidez y eficacia. Tendría que parar demasiado a menudo y los trayectos se harían eternos. Sospechad si alguien en Beijing os dice que un lugar está cerca, vuestros 20 ó 30 minutos andando no os los quita nadie. Eso es cerca.

Hay dos cosas más que me han llamado la atención de esta ciudad. Primero el tiempo, equivocadísima creí que sería más fresquito, pero de eso nada. El clima es continental, nieve en invierno y 40ºC en verano. Lo segundo es la gente. Pensé que en su capital vería a la gente de otra manera, como ocurre en las capitales europeas: mejor vestidos o con otros aires diferentes a las pequeñas ciudades más rurales a las que estoy habituada. Pero me encontré con las mismas miradas inquisitivas de quien parece no haber visto nunca un extranjero, la misma poca formación en sus trabajos ausentes de idiomas y con un modo de vestir que no me sugería que vivían ni mejor ni peor, si no igual. Supongo que es la primera vez que me encuentro cara a cara con un síntoma real del comunismo, en el cual no hay clases sociales sea donde sea. Su formación, estatus y nivel adquisitivo es el mismo en pequeñas y grandes ciudades, exceptuando Hongkong y supongo (y digo supongo porque no he estado) Shangai, donde los yuppies y brokers pululan por doquier ondeando a su paso americanas de Dolce & Gabanna.

La Ciudad prohibida y el Templo del cielo…bueno…quizá he visto ya demasiados templos. Por supuesto no dejo de reconocer que son lugares preciosos, pero me ocurrió un poco lo mismo en Escocia. El primer castillo que vimos (cuatro paredes en ruinas) nos pareció la leche y lo fotografiamos por todos los costados, pero cuando ya llevábamos a nuestras espaldas 200 castillos, dejaron de ser tan enigmáticos y maravillosos. Lo que si me gusto, por ser diferente a lo que había visto hasta ahora, fue el Templo de los Lamas. La fisonomía del lugar es del mismo estilo a la Ciudad prohibida: pagodas situadas en preciosos jardines en línea recta a las cuales vas entrando y saliendo de unas estancias a otras hasta llegar al final. Lo sorprendente del Templo de los Lamas es que la cosa va in creccento. Las primeras pagodas exhiben pequeños Budas e imágenes de Kuan Yin perfectamente decoradas con una exquisitez y unos coloridos inigualables. Luego las estatuas se van tornando más grandes y más numerosas a cada pagoda que vas entrando. En la última, según me acerqué a la puerta, solo acerté a distinguir unas rodillas. Cuando estuve dentro, un enorme Buda dorado de dos pisos con sus manos en forma de om sujetaba largas tiras de seda de colores llamativos que pendían desde el techo hasta quedar depositadas en sus gigantescas manos. Parecía empotrado en la pagoda, su cabeza rozaba el techo. Me hizo recordar a aquella estatua de Zeus olímpico que pertenecía a las siete maravillas del mundo antiguo. Dicen que, al igual que este Buda, la estatua era tan magnífica y grande que tuvieron que construir el templo a su alrededor como si de un sastre se tratara. Volviendo al Templo de los Lamas, el olor del incienso que la gente deposita para hacer sus rezos (que devotamente lo hacía la mayoría de la gente) te llena los pulmones y el espíritu con fragancias de miles de flores. También es divertido ver como los Lamas están a sus quehaceres diarios, pareciendo no advertir la marabunta de gente que hay a su alrededor. Amablemente se dejan fotografiar y…no sé si es por el pelo rapado o por que llevo ya mucho tiempo aquí, que me parecieron los chinos más guapos que había visto nunca. ¿Veis? Esta es otra de las razones para volver a casa. Creo que ya no rijo…

Os escribo desde el aeropuerto de Beijing, donde, a pesar de mi extraño papeleo, no me han puesto ninguna pega en los numerosos controles de seguridad y voy rumbo a casa. Incluso en la aduana, el policía que me ha atendido, que usualmente tienen una cara de palo de no te menees, me ha soltado un sonriente hola mostrándome sus dotes lingüísticas. Tsai chien!!!

Para los que perdáis el pasaporte:

1. Haced la denuncia de la perdida del mismo en la policía. Si ha ocurrido en el aeropuerto, debéis acudir a la oficina de policía de allí.

2. Tenéis que conseguir un permiso de residencia temporal. Presentaos en la oficina de policía más cercana ha vuestro hotel, residencia o casa. Pedid en la recepción de el hotel que os expidan un papel donde se explique que estáis allí registrados y así poder presentarlo en la comisaría. Tened el número de teléfono a mano para que puedan corroborarlo. Si estáis en casa de un amigo, acudid a la oficina con él.

3. Con la denuncia de la perdida debéis acercaros a la oficina de visados donde os expedirán una denuncia formal en bilingüe (chino e inglés) imprescindible para recoger vuestro nuevo pasaporte en el consulado español.

4. Haceos 8 fotos: 2 para el informe de pérdida del pasaporte, 4 para el pasaporte y otras 2 para el nuevo visado.

5. El pasaporte cuesta 120 RMB y el visado 160 RMB.

Otros detalles sobre la ciudad:

1. El taxi desde el centro de Beijing hasta el aeropuerto cuesta alrededor de 60 RMB (6 euros). También hay metro y autobuses, pero ya sabéis que yo soy muy comodona…

2. El metro cuesta 2 RMB vayas a donde vayas y hagas los transbordos que hagas. Quizá en los extrarradios es más caro, no os lo puedo confirmar, pero no creo que mucho más.

3. Para ir a las afueras es mejor alquilar un taxi para el día entero, y así poder visitar a vuestra bola las tumbas Qing y la Gran muralla china. A mí me costo 400 RMB pero soy muy mala regateando, seguro que conseguís un precio mejor.

Imágenes: Moralesrojas

Passport number

El Domingo, 28 de junio de 2009 a las 11:35

Era exactamente lo que me faltaba. A uno siempre hay ciertas cosas, cuando viaja fuera, que le producen un poco de canguelo, pero decides no ser aguafiestas y no ponerte en lo peor. Con ser cauteloso es suficiente. Y el mal sueño probablemente de cualquier viajero es perder su pasaporte en un país comunista. Así fue.

Perdonad que no incluya ni un solo acento, estoy mal escribiendo todo esto en un mac (que no me entero mucho) y con teclado inglés. ¿Por qué? Ahora os lo cuento...

Con mi mochila y unas pocas pertenencias me subí al avión dirección Beijing, esperando cambiar de aires y llenar los pulmones de un clima menos agobiante y de un ambiente mas vacacional. Pero una vez estaba totalmente lleno el avión, éste no partía. Y cuando le pregunté a la azafata (una azafata que apenas sabéa inglés, increible pero cierto) me dijo como pudo que era por el mal tiempo. No le faltaba razón, el agua y el viento zarandeaban el avión a rachas y eso que aún o habíamos despegado. Tardamos 2 horas más en despegar y mis planes se fueron al traste, ya que el último metro era a las 22:00 y ya no llegaba. Que mas da.-pensé para mí.-pues cojo un taxi.

A mi llegada habia autobuses esperando fuera de la terminal y recordé que algunos esperaban hasta el último vuelo. Bueno, pensé que era un buen modo de ahorrar dinero, ya que solo costaba 16 RMB (1 euro y medio) y me dajaba en Dongzhimen, no muy lejos de donde estaba el hotel que ya habia reservado, Yoyo Hotel. Me daba rabia no poder avisarles de que llegaba tarde, pero en su web, por mas que mire y remire, no aparecía teléfono alguno.

En el autobus atestado de chinitos llamé a Iñigo y en medio de la conversación, me di cuenta que el bolsillo de mi mochila estaba abierto y me faltaba el pasaporte. Los escalofrios y sudores me inundaron el cuerpo al instante. Busqué y revolví toda la mochila pero allí no aparecía. No podía creerlo. Rápidamente saqué la guía de China y el móvil, y con manos temblorosas busqué el teléfono del aeropuerto, pero nadie contestaba. Hice también otro intento con la embajada española, pero idem de idem. Sinceramente no se que ocurrio. Solo se que abrí un bolsillo para buscar el tabaco, el cual estaba en uno diferente que el pasaporte. De modo que, si lo perdí o me lo robaron, creo que no lo sabré nunca. Me sentia desolada. Era tarde y estaba muy cansada así que decidí que lo mejor sería tomarmelo con calma. Descansar en el hotel y al día siguiente y a primera hora ir directa a la embajada.

Que ilusa...las estrictas leyes chinas y las cuadriculadas mentes orientales se me habían escapado de las manos. Después de dar 200 vueltas, preguntar a unos cuantos taxistas y volverme loca, encontré el puñetero hotel. La chica de la recepción me explicó que como había llegado mas tarde de la hora prevista, había dado la habitación a otros. Genial. Puse cara de compungida y se ofrecieron a acercarme a otro hotel de los alrededores. Aunque no se a que le llaman alrededores, menuda caminata nos pegamos. Ahí empezó el circo. No me aceptaban por no tener pasaporte. Ni las lágrimas, el cabreo y el pataleo sirvieron de nada, ni en ese ni en los otros hoteles que intenté aconsejada por Angel. En el último, el Kulun hotel, les insistí para que llamase a la policía si querían. Mejor para mí, así ponía la denuncia. Pero la respuesta de la policía a mi llamada de socorro es que fuera al aeropuerto a ver si estaba. Muy buena idea, a las 2 de la mañana era una hora ideal para ir al aeropuerto...Y cuando insté a los de la recepción (más que nada porque me pareció una tomadura de pelo) para que lo intentasen de nuevo, la respuesta fue igual de acertada y helful, me decían que a estas horas no estaba abierta la embajada española y no podían hacer nada por mí. Un día de estos voy a hacer una entrada especial sobre la policía chimbecil... Con mis bartulos y sorbiendome los mocos por algo que me parecía del todo injusto, hice campamento en el lobby del hotel. La mochila fue mi almohada y pegue el resto de cosas a mi ser para evitar que un ladrón desalmado me rematase animicamente para siempre. Se trataba de un hotel de 5 estrellas y no era muy probable, pero visto lo visto en cuanto a mi buena racha, preferí no jugar con fuego.

Las horas pasaban lentamente en aquel sofá de elegante terciopelo negro. Los borrachines voceando me despertaban a menudo y alrededor de las 5 de la mañana, cuando el sol entraba a raudales por las cristaleras, me fue imposible ya pegar ojo. A las 6 de la mañana abrieron el comedor y como con el estomago lleno, dicen que se ven las cosas mejor, me arrellané en un huequito del restaurante y di buena cuenta de un desayuno continental. Os parecerá una chorrada, pero la ley de Murphy me perseguía incansablemente y creí adecuado llenar bien el buche: a saber cuando volvería a poder hacerlo otra vez...

Aún un poco mareada por la falta de sueño, pedí en la recepción que me escribiesen en chino la dirección de la embajada española y con las mismas tomé un taxi para encontrarme con una puerta cerrada y nadie detras de ella. Por tercer, cuarta o quincuagesima, ya habia perdido la cuenta, escuché de boca del portero una frase que ya conocia, "I´m sorry, I can´t help you". Me deje caer pesadamente en el bordillo de la acera. Había puesto tantas esperanzas...creí que se trataría solo de una noche horrible, pero que al día siguiente un nuevo sol y un trato agradable con paisanos me devolverían mi nombre, mi cara y mis papeles. Y nada de eso iba a ocurrir.

Desesperada llame a Angel de nuevo. El pobre, como pudo, trato de tranquilizarme. Me explicó que donde debía ir es al consulado, no a la embajada, ya que esta última es tan solo la residencia del embajador. Me dijo que todavia era muy pronto (serían alrededor de las 7:00 de la mañana), habia intentado hablar con sus contactos en Beijing, pero aun no estaban en pie para responderle.

-Vete a un ¨starbucks¨, relájate, lee tu libro y espera a que te llame-. me aconsejó Angel.

Se que se sentía atado de pies y manos, ya que por las horas intempestivas en las que nos encontrabamos y la inmensa distancia de kilómetros que nos separaba, su ayuda solo podía posponerse o dirigirse exclusivamente a un simple apoyo espiritual, que no por ello me parecía menos valioso. Llegué a aquel starbucks arrastrando los pies y sintiendo que mis pocas pertenencias (mochila, portatil y cámara) pesaban 200 toneladas, pero estaba cerrado. Me encontraba en Sanlitun, la zona de marcha y bares por excelencia de Beijing. El rastro de la juerga de ayer viernes hacía mella en sus calles salpicadas de potas y vasos de cubatas y los bares y cafeterias de la zona dormían la mona hasta abrir de nuevo a la noche. Encontré un banco donde sentarme junto al starbucks (algo bastante raro en China, apenas hay bancos) y llore. Lloré amargamente como una niña cansada y exhausta que no quiere dar un paso más. Una mujer mayor barría junto a mis pies el estropicio de la noche anterior, me enfadó su cercanía y pensé que no quería a nadie a mi lado; quería estar sola. Con la cabeza gacha revolví en mi mochila para sacar un paquete de klinex. Solo podia ver a aquella mujer de cintura para abajo y pude comprobar como su mano arrugada extraía también otro klinex de su bolsillo. Alcé la mirada y lo que vi me sorprendió muchísimo. Estaba llorando también. Me dirigía unas frases ininteligibles que tenían toda la pinta de tratar de ser reconfortantes y interesandose por lo que me pasaba (cuando hacen una pregunta siempre oiras un ¨ma¨al final). Aquella mujer me miraba con una ternura maravillosa y entre hipidos intenté formar una sonrisa para agradecer el primer ¨I´m sorry¨verdadero y real que habia recibido hasta ahora. Una experiencia muy surrealista pero a la vez muy gratificante, como un sueño extraño pintado por Dali y narrado por Hitchcock. La compasión y empatía de la mujer barrendera siguió en mi memoria después de haberse ido y durante mucho más tiempo, como si me hubiera inundado de buenos presagios, suerte, amor y todo aquello que me faltó durante días en un país que parecía haberme vuelto la espalda. Mientras la miraba marcharse creí entender de pronto que el poder de aquel cariño me había hermanado y vuelto a sentir en paz con China y sus habitantes, a los cuales estaba empezando a odiar, incluso con tintes xenofobos, para que negarlo. Como si de un embrujo se tratara, estaba convencida de que a partir de ahora todo iba a ir bien. Bueno, también podéis pensarlo, quizé me este volviendo loca.

En aquel mismo instante recibí una llamada de Angel, en la que me explicaba que ya había contactado con el consul de España en Beijing y que me dirijiese de nuevo al Kulun Hotel. Allí me recogió un hombre madrileño de acento castizo y trato encantador, que me abrió las puertas de su casa sin dudarlo y haciendome la mujer mas feliz del mundo. Vivían él, su mujer y sus 4 hijos en una preciosa urbanización a las afueras de la ciudad.

-Parece Wisteria lane, ¿verdad?-me indicó divertido.-quien me iba a decir que viviría en una casa rosa...

Así que ésta es mi historia. Os escribo desde este odenador ajeno, desde una casa ajena y desde un país más ajeno aún. El trato con el consul y su mujer es maravilloso y despues de una ducha, siesta y paella las cosas se tintan de otro color. Siento no escribir con demasiado atino, sus hijos pululan por todas partes y me hacen preguntas incansablemente, como, por ejemplo, ¨si no tengo casa¨ o cosas por el estilo. Me despistan un poco de la escritura, pero son adorables y muy bien educados. Javier, el más mayor, de unos 10 años, se acercó a mi sigilosamente.

-¿Te vas a quedar mucho tiempo?-me dijo mientras se balanceaba del marco de la puerta.
-No, cariño.-contesté con una sonrisa y un suspiro girándome hacia él.-Espero que no. Yo también tengo una familia ¿sabes?

The end of the pillow

El Domingo, 21 de junio de 2009 a las 11:01

El viernes una de las chicas de la recepción llamó a mi habitación, acompañada de una de las mujeres que arreglan los apartamentos. Después de una buen rato de conversión para besugos, deducí que me preguntaba que había ocurrido con las fundas de las almohadas de una de las camas (son dos). Acertó a decirme que la mujer que la acompañaba no las había encontrado y a estas alturas de hartura y mosqueo lo único que gruñí fue un "no es mi problema". Se fue como había venido, no sin dejarme pensando que iba a tener tangana. Los conozco como si los hubiera parido.

Al día siguiente, sábado, a la vuelta de mis fructíferas compras, la encargada que en su día me ayudó, Nana, atacó con la misma retahíla y recibió la misma negativa. No way. No entendía como, después de lo ocurrido, podían acusarme e intentar cargar a mi cuenta dos putas fundas horribles y floreadas. Que ridiculez.

-¿Para qué quiero yo esas fundas?-espeté a Nana-¿Para mi casa?¿PARA QUÉ?¿P-A-R-A-Q-U-É?

Volviéndome mal pensada a más no poder, no pude evitar dilucidar, mientras volvía enfurruñada al apartamento, que la occidental y amigable ayuda que recibí de Nana el día aquel, fue mucho más interesada de lo que yo suponía. Ahora lo veía claro. Me acompañó a comisaría solo por el simple hecho de asegurarse de que no ponía al hotel en mal lugar. Ni más ni menos. En cuanto a las puñeteras fundas de almohadas, a este tipo de actos Ángel y yo lo llamamos Chinese way, la culpa siempre es de otro y si además es laowei*, con más razón. Es el pan de cada día cuando trabajo en las fábricas. Sus infantiles excusas llegan a grados insospechados, si hablas con el trabajador, es que el encargado no le ofrece ayuda; si lo haces con el encargado te dirá que la culpa es del jefe y una vez estas en el último eslabón, te explica que la culpa es nuestra por hacer diseños tan complicados. Dios...¿es que Confucio no enseñó nada a esta gente?

Hoy domingo, totalmente decidida, hice las maletas. No quería más vuelos rasantes de mosquitos sobre mis oídos, ni más acusaciones, ni más olor pestilente en el comedor durante el desayuno, ni volver a soportar la mugre acumulada día tras día sobre la mesa de la sala. Quizá mi amiga Raquel tiene razón y una vida bohemia como perroflauta o de estilo hippie es la antítesis de lo que soy en realidad, y que mi idea de dejarlo todo e irme de misionera a una tribu perdida de la mano de Dios es lo más descabellado que puedo hacer. Sus palabras exactas fueron: -¿A una tribu?¿A cuál?¿A la tribu de los tacones?-. No puedo engañarme, todo eso no va conmigo, soy una pija empedernida.

De modo que después de discutir otro poco más en la recepción (menos de lo que creía, lo reconozco) a causa de las fundas, hice el check-out y tomé un taxi con todos mis bártulos, que eran muchos, para dirigirme al Garden hotel, un 5 estrellas maravilloso en el que ya había estado anteriormente. Ooooooh...que placer....hasta el botones de la puerta habla perfectamente inglés, ¡casi me agacho a besar el suelo! Montones de extranjeros zumbaban de un lado a otro mientras el botones anotaba la matrícula del taxi por si acaso había olvidado algo en él y yo no podía sentirme más feliz. Reservé la habitación ejecutivo con una recepcionista sonriente y disciplinada. Y había olvidado que en este hotel tienen un empleado para que no te rompas la uña pulsando el botón del ascensor. ¡Me sentía embriagada con tanto agasajo!

Más relajada y dejando atrás el lujo y la complacencia, me dirigí hacia el funicular y así encaramarme a Baiyun mountain, quería olvidarme del pasado sudándolo por todos los poros de mi piel. Y dicho y hecho. Un sol de justicia me machacaba en mi ascensión cuando me bajé del funicular. 40º C y un 90% de humedad mojaron mi cuerpo cuando solo había avanzado 500 metros. Me había imaginado otra cosa, esperaba algo así como Artxanda**, con lugares para tirarte a la bartola y no hacer nada. Pero lo que me encontré fue un parque inmenso con carteles para que no pises el césped y carreteras asfaltadas por donde podría pasar hasta un trolebus. Según ascendía la cosa cambiaba y las carreteras se convirtieron en estrechas y empinadas escalinatas donde apenas entraban mis pies. El rugido de los insectos se intensificaba sitiendome un poco aprensiva y un zumbido fortísimo pasó junto a mí. Cerré los ojos asqueada, pensando que aquel moscardón debía pesar media tonelada. Pero cuando los abrí vislumbré un pico y unos ojillos ¡era un colibrí! Mariposas hermosamente coloreadas y del tamaño de mi puño reboloteaban con gracia a mi alrededor y me acompañaban en todo momento. Me senté en un banco con mi libro dejando que la fresca brisa curase las heridas de tan mala racha. Esto ya era otra cosa. Esta soy yo.

Para rematar la jugada y después de dejar los dedos marcados en el asiento del funicular (Jesús, vaya altura...) llené la bañera de mi habitación de agua templada y sales aromáticas. Me deslicé a su interior sintiéndome como una niña aún en la tripa de su madre. Armada con cigarrillos, cenicero y un buen libro, el poco mal humor que me restaba se evaporó poco a poco hasta convertirse en nada.

laowei*: Extranjero en chino.
Artxanda**: Monte cercano a Bilbao.

Imágenes: Solostocks

Police breakfast

El lunes, 15 de junio de 2009 a las 16:09

Madre...no sé ni por donde empezar...

Esta mañana me estaba volviendo loca buscando mi móvil español, levantando carpetas, abriendo maletas y dando vueltas como una imbécil por todo el apartamento. Nada. Intenté pensar que había hecho la última vez con él y recordaba haberlo dejado sobre la mesa de la sala. Me fijé en que mi billetero estaba fuera del bolso, donde estaba segura de que yo no lo había dejado. De pronto una angustia me invadió y corrí hacia él como una exhalación, abrí temblorosamente la cremallera y comprobé que los 2000 RMB (unos 200€) que ayer saqué del cajero habían desaparecido. Incluso los 60€ que tenía y hasta el maldito billete de 100 RMB falso. Esto no podía estar pasandome a mí. Siempre llevo el dinero encima y si lo dejo en la habitación de un hotel es porque hay caja de seguridad. Al instante vino a mi mente lo extraño que me pareció que un hombre haga las habitaciones de un hotel (jamás he visto uno) y que mientras hacia sus tareas yo me pegaba una ducha tranquilamente y ajena a todo. Tal y como me había levantado de la cama (es decir, en pijama) bajé a la recepción pero de nuevo mi di de bruces contra una pared ya que el vocabulario en inglés de la chinita en cuestión se reducía a "book", "breakfast" y "room rate". Me dijo como pudo que no me entendía y que a las 8:00 venía su encargada, que sabía inglés. De muy mala gana me fuí a desayunar y mientras se me atascaba el café en la garganta por la preocupación decidí llamar yo misma a la policía. De nuevo la barrera lingüística me impide comunicarme como es debido y la operadora me insta a buscar alguien de habla china de mi alrededor. Otra vez, y aún en pijama, tomé el ascensor hacia la recepción y (gracias a Dios) Nana, la encargada había llegado.

Recordaba aquella cara, una chica encantadora que me solía decir lo guapa que iba siempre. Le expliqué todo lo que había ocurrido y mis sospechas hacia aquel chico y resultó que no tenía contrato alguno y tan sólo sabían su nombre de pila, que vivía en la provincia de Guangdong y donde trabajaba anteriormente. Que país, por Dios...Después de una buen rato hablando con la policía por teléfono y trasmitiéndome sus preguntas, me derrumbé pesadamente en una silla del "lobby" y lloré amargamente. Lloré por los 100 RMB falsos del día anterior, lloré por la pasta de ese mismo día y lloré por rabia, ira e impotencia. Noté la mano de Nana en mi hombro en un intento de ánimo y cuando me consolé les dije que si preguntaban por mí, estaba en mi apartamento tomando una ducha y adecentándome.

Sólo hice abrir la puerta cuando sonó el teléfono del apartamento. La policía había llegado. Por tercera vez bajé a la recepción con el móvil, tabaco (muy importante en estos casos) y pasaporte. Me dijeron que quería echar un vistazo a mi apartamento y tomar algunas fotos. Allí me pidieron que colocase el bolso donde estaba el día de autos (cosas que oigo en la tele) y yo aún con el traje de luces. En esos momentos no me importaba demasiado pasearme por todo China en pijama, teniendo en cuenta que ellos visten de tal manera que parecen venir de la piscina. Nana me explicó que debía ir con ellos a comisaría para tomarme declaración y ella misma se ofreció a acompañarme. Me subí a aquel patrol con la desagradable sensación de haber hecho algo malo y las inquisitivas miradas de los viandantes cuando nos parábamos en los semáforos no me ayudaban en absoluto. Durante el corto trayecto agradecí a Nana su ayuda y ella me explicó que anteriormente trabajada para la embajada inglesa y que le gustaba ayudar a la gente, su trabajo en el hotel no le reportaba mucho. Me enumeró un montón de casos mucho peores que el mio, donde las sumas de dinero eran más altas y acompañadas de portátil y pasaporte. Siempre he dicho que el mal ajeno no me hace sentir mejor, pero reconozco que me reconfortó un poquito.

En la comisaría me tradujo los datos que tenía que rellenar en el formulario para después escribirlos ella en chino, y al cabo de unos minuto de cigarrillo y más lágrimas nos llevaron a otra sala para explicar todo lo sucedido. Lo único que encontré gracioso fue cuando me pidieron que describiese al tipo en cuestión. Sus únicas preguntas fueron sobre la altura y si tenía los ojos juntos o separados ¿¿¿¿¿?????? No sé si esa es su rutina o es que me vieron extranjera y creyeron que iba a describirle igual que a la mitad de la población china. Cuando ya hubo rellenado 3 folios de garabatos, tomó la huella de mi índice y la estampó a razón de 5 veces por folio, firmé y nos llevaron de vuelta a mi apartamento. Ahora puedo afirmar con seguridad que cuando ponen de repente las luces y sirena es simplemente porque les jode esperar en un atasco.

Bueno, no me extiendo más, sólo deciros que me dijeron que ellos mismos contactarían con la embajada española, que le agradezco profundamente a Nana todo lo que hizo por mí y que ya os contaré cuando tenga noticias.
Imágenes: Ecodiario

Totally fake

El Domingo, 14 de junio de 2009 a las 12:55

Ayer me la dieron como a un chino...Bueno, esa frase hecha no tiene mucha razón de ser aquí, de haber sido china, no me la hubiesen pegado.

Me acerqué a un cajero próximo a mi apartamento de "Agricultur bank of China", el único que acepta tarjetas extranjeras, o por lo menos la mía. Había quedado con Mary para salir de marcha y fuimos al "Babyface", el bar de moda de Guangzhou, pero estaba demasiado lleno, una pena. En la misma calle y en otro bar sacamos unas cervezas (que están a precio de oro, no se ni como pueden salir de casa con los sueldos que tienen) y pagué con 200 RMB al camarero de pelo puntiagudo. Al cabo de un rato apareció de nuevo con uno de mis billetes de 100 RMB aduciendo que era falso. Ya me había ocurrido en otras ocasiones, en algunos lugares no aceptan billetes nuevos, prefieren los mugrientos y medio rotos o incluso ya rotos del todo. Pensé que eran unos quisquillosos y que ya lo endosaría en cualquier otro lado pero cuando tuve el dichoso billete en mis manos incluso yo misma me di cuenta de que el tacto era totalmente diferente, como de folio de copistería. Creo que me hubisese dado cuenta y dudo que un banco no chequee la supuesta falsedad o no del dinero que entra y sale por sus puertas y cajeros. Mary confirmó mis sospechas: también ella creía que me habían pegado el cambiazo en el bar.

Ya que en mi blog Cantoneando hablé de las virtudes de los chinos, esta vez me gustaría hacerlo con la cara menos amable de este país. Empezaré con las diferencias educacionales, a años luz de las occidentales. Desde eructos y mondarse los dientes en la mesa o escupir por la calle junto a tus pies, a veces se nos hace duro y difícil, y aunque procuras mirar hacia otro lado (porque dejar de importarte no ocurrirá nunca) en ciertas ocasiones te gustaría dar una "toñeja" al tipo que está sorbiendo sopa o masticando ruidosamente y con la boca abierta. Las dificultades de entendimiento son increiblemente grandes, puede que sepan literalmente el significado de lo que dices, pero no a que te refieres ni lo que quieres explicarles en realidad: te entienden pero no te comprenden. Y eso hablando de los pocos que saben inglés, claro. En una cola ni se os ocurra esperar a una distancia respetable del siguiente, por dentrás vendrán y delante tuyo se colarán. Su forma de conducir, andar y trabajar es lenta pero sin pausa. Parecen caminar despacio y sin prisa pero si alguien les obstaculiza el paso jamás esperan, empujan. En ciudad no superan los 50 km/h al volante pero si hay peatones cruzando un paso de cebra, se abren paso entre ellos como si llevasen a alguien a punto de parir. Procuras no darle importancia, pero a veces te revientan las miradas directas, fijas e impúdicas de quien parece haber visto un fantasma, e incluso se dan la vuelta para poder morbosamente ver a ese elemento extraño que es el extranjero para ellos. Y si algo no sale bien son capaces de darte las explicaciones más absurdas que podáis imaginar y culpar desde a su compañero hasta a su propio gobierno. Vamos, que con tal de salir airosos te pueden decir hasta que son el toro que mató a Manolete.

Otro tema a tratar es la cantidad de gente que puedes ver haciendo nada, tanto en la calle como en sus puestos de trabajo. En la mayoría de lugares de cara al público los dependientes, camareros, etc...superan a los clientes en número y muchos puestos son innecesarios o irrelevantes, como encontrarte a 4 ó 5 personas que su única función es darte la bienvenida a la puerta de un restaurante. Supongo que de eso se trata, ya que su formación es escasa y su modo de trabajar lento e impreciso, lo suplen con mucho personal, pues mano de obra nos les falta. La política gubernamental de los años 50 instaba a la sus gentes a crecer y multiplicarse, dicen que para poder superar un ataque nuclear (si somos muchos, siempre quedará alguien sano). Entendieron que su gran baza era su desmesurada población, un modo barato y omnipresente de aterrorizar a sus paises vecinos. ¿Quién no a oído aquello de que si todos los chinos diesen un salto a la vez sacarían a la Tierra de su órbita? Aunque sinceramente, no sé en que estudio cientifico se han basado para hacer esa afirmación...

En fin, un poco quemada y desanimada, hoy me he pegado una pateada tremenda para llegar a la isla de Shamian, un reducto europeo fruto la segunda guerra del opio. Después de la derrota, China permitió a franceses e ingleses que habitasen está pequeña isla que en aquel entonces no era más que un banco de arena. Sentía la perentoria necesidad de sentirme abrazada por el estilo colonial y las iglesias católicas, buscando el calor de lo más cercano y parecido a mi hogar. Ay...que cuesta arriba se me hace algunas veces...

Imágenes: Biglobe

Maldito monzón

El jueves, 11 de junio de 2009 a las 13:43

Aún noto caquita en los pantalones...He venido con un taxista haciendo el rally Guangzhou-Dakar, pa' haberme matao. No ha permanecido en su carril ni un solo momento zigzagueando como un loco, a dado las largas hasta a los abuelos y todavía me duele el cuello de los frenazos y acelerones que pegaba continuamente. Ya me ha avisado Angel, los días de lluvia es muy dificil coger un taxi (maldito monzón que me tiene frita) casi me tiro a las ruedas de uno para que parase. Y ni os cuento como iban los autobuses, ¿sabéis los botes de anchoas que están todas pegaditas al cristal? Pues así. De modo que los muy cabrones de los taxistas conducen como el diablo para hacer caja. Me puesto hasta nerviosa porque no conseguía sacar los billetes de la cartera, aunque ¿qué me iba a hacer?¿darme las largas?

Hoy me han dicho que tengo que ir a ver una fábrica nueva, en el norte de China. Si Beijing está a 2 horas y media en avión, esta fábrica está a 3 horas. Yo creo que se han confundido y será en Ulan Bator o algo así. El caso es que en el taxi, entre frenazo y frenazo, se me ha ocurrido que quizá sea mi gran oportunidad de conocer Beijing, siempre que miro vuelos para ir allí están por las nubes. Lo que me acongoja es que la fábrica en cuestión debe estar en una zona rural y deshabitada, así que las posibilidades de traerme un virus aviar, porcino o equino son mucho más altas. ¿A qué me enfundo en plástico como los de inmigración del avión? Les digo que es la última "spanish fashion" y a correr...
Imágenes: Telecinco

Con la gripe "Don Pimpon"

Como blogger está prohibido en China (me fue imposible acceder, aunque sea solo para publicar sin visualizar ni nada, como la última vez) insertaré la fecha real de estas entradas para que os enteréis un poco de que iba la cosa.

El lunes, 08 de junio de 2009 a las 15:08

No se como me las arreglo pero a mí en China siempre me pasa de todo, mi llegada ha sido de lo más surrealista. Una vez el avión ya se había posado en tierras cantonesas y el piloto había "aparcado" el aparato, las azafatas insistían en que no nos levantasemos de nuestros asientos. A través de los altavoces nos informan que tenemos que esperar a el personal de inmigración y que nos abstuvieramos de hacer fotos. Yo no entendía nada. El tiempo pasaba y el personal se empezaba a impacientar: allí no aparecía nadie. En un momento dado y para amenizarnos la espera, el piloto salió de su cabina con una baraja de poker y comenzó ha deleitarnos con juegos de magia. Pedía a los asistentes que escogieran una carta para después frotarla sobre los galones de las mangas de su chaqueta y convertirla en otro naipe diferente. Increible. Porque estoy en China, si no pensaría que era una broma del programa "zumbados" de la ETB.


Me pareció que al final del pasillo había movimiento y asomé la cabeza para ver de que se trataba, ya que había un montón de gente haciendo fotos. Cuando la muchedumbre se apartó pude ver a una persona enfundada en un traje de plastico desde la cabeza a los pies y con la cara tapada por una mascarilla. Parecía recién sacado de una película sobre amenazas víricas. Nuestro turno se iba acercando, y unos asturianos sentados en el asiento contiguo me vacilaban diciendome que evitase esa tos perruna fruto de la "Philip Morris" o me mandarían de vuelta a casa. O peor aún, en cuarentena sin poder salir de la habitación de mi apartamento. Por fin el hombre mascara se nos acercó y con una pistolita dirigida a la frente nos midió a todos nuestra temperatura corporal.Razones supongo que no les falta, pero me he sentido como una tuberculosa. No quiero ni pesar si me pongo enferma aquí...No, XD!!!!